El interrogante sobre el impacto de los casos de corrupción se hace palpable en la causa judicial que envuelve a la Petroquímica Bermúdez, una planta situada sobre el río Paraná, a cinco kilómetros del límite con Rosario.
“Es una bomba ambiental”. Así definió el fiscal rosarino Luis Schiappa Pietra, a la situación que presenta la ex planta industrial Petroquímica Capitán Bermúdez (ex Electroclor).
La mención surgió del último informe ambiental que recibió y que responde a una entramada historia viciada de mala fe y corrupción. Y al faltante de 850 tubos con gas de cloro, de una tonelada cada uno.
La planta cerró durante la década pasada y desde entonces jamás se llevó a cabo un trabajo serio para reparar su pasivo ambiental. Por el contrario, se sucedieron denuncias de entidades ambientalistas que llegaron hasta la Justicia, que se decidió a investigar.
Luego de diversas constataciones en la que no cabía duda la irresponsabilidad con la que actuó su último dueño, Sergio Taselli (un menemista que en los 90 se dedicó a comprar empresas en crisis financiera a lo largo y ancho del país), el otrora fiscal regional Patricio Serjal ordenó el archivo de esa causa que se había abierto en la Fiscalía San Lorenzo; de hecho, el fiscal Juan Ledesma reiteró una y otra vez, ante la atónita mirada del juez Juan José Tutau que archivarla era una “orden directa de su superior”.
Por esa razón Serjal es investigado (junto a otras causas salpicada de corrupción) y el pasado 23 de diciembre se había fijado audiencia, en los Tribunales de San Lorenzo, para que prestara declaración. Sin embargo ello no se concretó porque el magistrado actuante entendió que no había causa alguna, pues la que oportunamente se dedicó a este tema fue archivada, cerrada, concluida; ergo, se excusó.
El pasado 31 de diciembre, la jueza de Cámara, Georgina Depetris, avaló el pedido de recusación del juez y, tras la finalización de la feria, Sergio Tasselli y sus socios deberán enfrentar la imputación que probablemente pueda estar acompañada de un pedido de detención.
Retomando a la desaparición de los tubos con gas de cloro, los entendidos afirman que es un peligroso elemento, de muy alto grado de contaminación y que en cantidad constituye una “bomba ambiental”.
Tras el cierre de la planta y las sucesivas inspecciones, se hallaron 1.000 tubos con ese producto químico. Pero ahora se constató el faltante de otros 850 ¿Dónde están?
Se presume que pueden estar enterrados, lo que significa algo más complejo que si hubieran sido tirados al río Paraná. por una posible filtración a las napas.
El gas cloro es una sustancia de color amarillo verdoso, venenosa y comburente, que se utiliza para oxidar los metales pesados que contiene el agua, eliminar las bacterias y garantizar la calidad óptima para su consumo. Ello utilizado en su dosis correcta, pero en cantidades como las señaladas y expuesto al inexorable paso del tiempo sin control y/o mantenimiento alguno, se convierte en un elemento altamente peligroso. De hecho, referentes ambientalistas advierten que una fuga masiva equivaldría a la evacuación de todo Capitán Bermúdez y Granadero Baigorria, como mínimo.
Para cerrar, las sospechas que pesan sobre Serjal para cerrar una causa que tenía sobradas pruebas de irregularidades fue el cobro de sobornos que habría superado los 180.000 dólares, según revelaron fuentes de la investigación.
Fuente: Germán de los Santos (La Nación)