“Querido Francisco: me llamo Marcelo Remondino, nacido y criado en la histórica ciudad de San Lorenzo, provincia de Santa Fe y necesito contarte lo que viví y estoy viviendo, para lo cual aprovecho el generoso puente que me ofrece un amigo.
Después de 50 años de proceso personal arduo, pude madurar la decisión de denunciar el abuso sexual infantil que sufriera en mi niñez, por parte de un miembro de la Orden Franciscana residente en el Convento de la ciudad de San Lorenzo. Dicho Fraile es el Hermano Herminio Gaitán”.
“La denuncia (que adjunto) se realizó ante el Arzobispado de Rosario por entender que era la vía idónea para proceder eclesialmente, considerando que la vía penal en la justicia ordinaria, se encontraría prescripta.
En el acto oficial de la Batalla del 3 de Febrero en el presente año 2021, tuve oportunidad de encontrarme casualmente con el Arzobispo y le hice recordar que, después de pasado un tiempo prudencial, no había obtenido ningún tipo de contestación por parte de dicha Sede Arzobispal, ni de personal vinculado al tratamiento canónico, de la denuncia que efectuase”.
“Así las cosas, el Obispo de la ciudad de Rosario, me convocó a una reunión en su despacho, en la que me entregó una nota (de la que también adjunto copia), en la que se hace referencia a la conducta del Fraile citado, sin consideración alguna, como si se tratara de un abstracción y deslindando responsabilidades, se enuncia el hecho de haber elevado a consideración del Provincial de la Orden Franciscana la situación y de haber remitido un legajo cuyos datos cito al pie del presente escrito a la Congregación para la Doctrina de la Fe en Roma”.
“Por desgracia, revivir un hecho de tan profunda violencia para un niño, a mi edad aún genera una gran lucha interna con consecuencias anímicas, de salud, familiares y personales de todo tipo. Realizar esta denuncia permitió aliviar la carga que llevara durante cinco décadas, pero que había dejado allí, clavada como la cruz”.
“Al hablar con el obispo y comprobar que nada se había hecho en concreto para demostrar las circunstancias que alegaba, me sentí nuevamente desprotegido, vulnerado y defraudado por mis pastores.
De esa forma, me habían devuelto mi cruz y sobre ello, colocado la corona de espinas, ya que todavía vivimos en una cultura del secretismo que tolera y protege a las conductas pedófilas y a las personas que las llevan a cabo y que, institucionalmente, impide arrojar luz sobre circunstancias tan graves”.
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Pullaro el más Peronista de los Radicales“Simplemente pretendo poder dejar la cruz que llevo, dicho esto en el mejor sentido, ya que asumo como cristiano el deber de cargar con aquello que la vida me ha ofrecido, tanto en lo positivo como en lo negativo. Lo que busco, Francisco, no es una condena por la condenan misma, sino simplemente un acto de justicia y de redención personal, que ayude a reconstruir mi vínculo con la institución eclesial y que por fin, tal como un rayo de luz, como la verdad en sí misma, venga a despejar las tinieblas creadas por la profunda sensación de impunidad que se mantuvo a lo largo de los años”.
“Un saludo cordial y esperanzado. Marcelo. Rezo por ti”.
P/D: ”Se elevó todo la actuado a la Congregación de la Fe el mismo día 21 de febrero de 2019 a través de la Nunciatura Apostólica (Prot, 62/19), quien el 4 de marzo de 2019 comunicó que la documentación recibida fue transmitida al Cardenal Prefecto del mencionado Dicasterio de la Santa Fe (Prot. 1416/19”.