A diferencia de otros distritos provinciales, el gobierno de Santa Fe no ha podido implementar un protocolo con islas y burbujas para que los jóvenes puedan disfrutar de las salidas nocturnas, desalentar las fiestas clandestinas y sentirse más seguros bajo la órbita del rubro de las confiterías bailables. Sin paz ni orden, proliferan los eventos clandestinos en épocas de pandemia.
Esta madrugada, el fiscal Leandro Lucente ordenó que nadie podía irse de la fiesta clandestina suspendida en zona sudoeste de San Lorenzo sin que se realizasen los controles de alcoholemia y se verificara si los concurrentes tenían la documentación vehicular en regla.
De acuerdo a lo informado por la Policía de Santa Fe, a través de la UR XVII, un total de 29 autos fueron secuestrados y quedaron a disposición de Fiscalía de San Lorenzo. Algunos por falta de documentación y otros por controles de alcoholemia que dieron positivo. Los procedimientos se realizaron en conjunto con personal de Tránsito de la Municipalidad y de la Dirección General de Policía Vial.
En una fiesta clandestina en donde pudieron contabilizarse cerca de 50 vehículos y más de 250 personas, el fiscal Lucente dispuso que se demore a aquellos que se encontraban comercializando bebidas y que se secuestren las mismas, además de los equipos de sonido e iluminación.
Al momento de los controles, un rosarino dio 1,38 de alcohol en sangre, casi el triple de lo permitido para circular en calles y rutas de la provincia de Santa Fe. En tanto que un bermudense registró 0,99, es decir el doble de los 0,50 que establece la normativa vigente en el territorio provincial.