La ciudad de Rosario, hace algunos años atrás, se encaminaba como una alternativa para que empresas multinacionales mudaran sus casas centrales, buscando disfrutar de una ciudad tranquila y más cómoda para vivir que la metrópolis del AMBA. El crecimiento de edificios sobre el río y barrios cerrados en las periferias permitían a ejecutivos analizar mudarse como una alternativa muy viable. Los congresos tenían reservas con varios años de anticipación para poder estar en el calendario de eventos de la ciudad, lo que movilizaba un turismo de congresos capaz de cubrir el 100% de las plazas hoteleras y beneficiar a las ciudades de la periferia.
Sin embargo, con el inicio de la guerra narco desatada con crueldad en las calles de la ciudad, todo comenzó a apagarse. Los congresos empezaron a elegir otros destinos, las empresas dejaron de ver a la ciudad como una opción viable y los estudiantes de ciudades como Entre Ríos, Córdoba y Chaco prefirieron elegir Córdoba o Buenos Aires como destinos para cursar sus estudios universitarios. A la ciudad le quedaba un reservorio de turistas que seguían eligiéndola para pasar un fin de semana largo y disfrutar de sus paisajes, gastronomía y vida nocturna. Sin embargo, esto parece haber implosionado luego de la escalada de amenazas y asesinatos a trabajadores en los últimos 20 días.
El terror se adueñó de la ciudad. El Padre Ignacio decidió suspender el multitudinario vía crucis, los colectiveros suben a los colectivos con terror, los taxistas tienen pánico de elegir al pasajero equivocado y los vecinos deciden no andar por la calle por la noche. Todo esto es relatado a diario por los medios nacionales, locales y regionales, y se amplifica brutalmente con el reenvío de audios, fotos, videos y amenazas por WhatsApp, dejando a la ciudad sin capacidad de reacción.
El emblemático hotel cinco estrellas, Ros Tower, tiene por delante uno de los peores fines de semana largos de su historia, con una tasa de reserva que no supera el 20% en ningún día. El jueves arrancó con el 12%, viernes 10%, sábado 9%, domingo 4%, lunes 4% y martes 16%, números insólitos similares a los de la pandemia. El resto de los hoteles de la ciudad no quisieron dar sus porcentajes de ocupación.
Los departamentos de alquiler temporario están en su mayoría vacíos. Uno de los propietarios que alquilaba todos los fines de semana aseguró que ni siquiera tuvo consultas y nos dejó una anécdota que ilustra la magnitud del miedo que experimentan los visitantes. Un matrimonio de Entre Ríos alquiló el departamento para hacer trámites en el consulado. La mujer no quería siquiera compartir el ascensor con otras personas y pidió por favor que la buscaran cuando fuera su turno porque no se animaba a esperar en la calle haciendo la fila en la vereda del consulado.