Renata Ghilotti asumió a fines de enero la presidencia de Aguas Santafesinas SA (ASSA) y en pocos días se encontró con un panorama crítico. Una empresa en crisis, números rojos y una cogestión sindical que decidía contrataciones y operaciones internas. En una entrevista con Marcelo Fernández en Fisherton Plus, la flamante presidenta explicó cómo se encontró con un modelo de gestión dominado por el gremio, revelando contrataciones directas, empleados fantasmas y una empresa contratista vinculada a un dirigente sindical que se llevaba millones en contratos sin licitación.
“La empresa tenía un déficit estructural y el 90% de su funcionamiento dependía de fondos provinciales”, explicó Ghilotti, agregando que en el último año se revirtieron los números y hoy el 80% del gasto operativo se cubre con recursos propios. Parte de ese cambio se logró con aumentos de tarifas, pero también con recortes en contratos irregulares y una mayor eficiencia operativa.
El control del gremio y los contratos irregulares
Uno de los puntos más controversiales de la entrevista fue el rol del sindicato dentro de la empresa. Según Ghilotti, el gremio tenía un control absoluto sobre las decisiones estratégicas de ASSA, incluyendo la contratación de personal y la tercerización de servicios.
“Se terminó con un contrato que tenía más de 20 años con OSA, una empresa vinculada al gremio, que prestaba servicios mediante contratación directa y cuyo dueño era el hermano de un dirigente sindical”, denunció. Esta compañía tercerizaba personal para ASSA sin pasar por procesos de licitación, lo que generó un gasto innecesario de $2.600 millones.
La decisión del directorio fue firme: no renovar el contrato y obligar a los empleados a reconocer que su verdadero empleador era OSA y no ASSA. “El gremio perdió el control de la empresa, que ahora vuelve a ser administrada con criterios profesionales”, sentenció.
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Los desafíos de ASSA y el plan de inversiones
Ghilotti destacó que la empresa sufrió una profunda desinversión en los últimos años, agravada por la pandemia y la crisis económica. “Cada cosa que se rompía no se arreglaba, lo que deterioró la calidad del servicio”, explicó.
Para revertir la situación, el gobierno de Maximiliano Pullaro lanzó un plan de inversiones por 87 millones de dólares, enfocado en mejorar la provisión de agua potable y el saneamiento en toda la provincia.
Entre las principales obras se destacan:
📌 Renovación de cañerías con más de 80 años de antigüedad, lo que reducirá pérdidas de agua y mejorará la presión en los hogares.
📌 Ampliación de la planta potabilizadora de Granadero Baigorria, clave para abastecer Rosario y su zona metropolitana.
📌 Construcción del Acueducto Gran Rosario, una obra estratégica que busca resolver la falta de acceso al agua en Funes, Roldán y otras localidades en expansión.
📌 Avance en la micromedición, con la instalación de medidores para que los usuarios paguen según su consumo real.
El impacto en los usuarios y la recuperación de la empresa
Ghilotti reconoció que ASSA aún está lejos del equilibrio financiero, pero aseguró que con las medidas implementadas se podrá llegar en 2025 a una empresa autosustentable. “Vamos a convertir a Aguas Santafesinas en una de las mejores empresas de servicios del país”, prometió.
Sobre la relación con los trabajadores, la presidenta destacó que la profesionalización de la empresa fue bien recibida por los empleados de carrera, quienes ven el cambio como una oportunidad para recuperar el orgullo de trabajar en ASSA. “Hoy, los gerentes dicen que vuelven a trabajar como gerentes”, afirmó.
Con un ajuste interno, una reestructuración financiera y un plan de inversiones millonario en marcha, Aguas Santafesinas enfrenta el desafío de recuperar la confianza de sus usuarios y garantizar un servicio eficiente en toda la provincia.