Playas, secretos y plan B si llueve

Escapada a Mar del Plata: ¿Qué ver y qué hacer?

Escapada a Mar del Plata: ¿Qué ver y qué hacer?

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Mar del Plata respira movimiento. Su identidad costera, lejos de agotarse en el verano, despliega matices inesperados fuera de temporada. Otoño le sienta bien. Con el ritmo desacelerado, la ciudad muestra otra cara: la de los paseos sin apuro, los cafés que invitan a quedarse y un horizonte donde el mar parece más profundo. Ese contraste entre su energía urbana y su vínculo con la naturaleza la convierte en una opción que no pasa de moda, incluso cuando el calendario baja las temperaturas.

Un viaje cómodo también es parte del descanso

En cualquier escapada, cómo se llega importa tanto como el destino mismo. En el caso de Mar del Plata, la conectividad desde distintas ciudades del país permite que la experiencia comience mucho antes de pisar la costa. Empresas como Flecha Bus ofrecen servicios pensados para que el viaje sea también parte del disfrute. Desde butacas reclinables hasta conectores USB, climatización y pantallas individuales, los trayectos largos pueden sentirse sorprendentemente breves cuando el confort acompaña.

Además, la variedad de frecuencias y horarios abre la puerta a quienes prefieren evitar manejar y simplemente dejarse llevar por la ruta. Para muchos, ese tramo de horas es el momento de leer, dormir o mirar por la ventana mientras el paisaje cambia y anticipa la llegada al mar. Las terminales renovadas y los accesos ágiles completan una experiencia de traslado que se adapta a quienes viajan solos, en pareja o en grupo.

Lo que se organiza bien, se disfruta mejor

Mar del Plata invita a improvisar, sí, pero también premia a quienes llegan con cierta previsión. Reservar alojamiento, elegir restaurantes con historia o planear actividades como avistaje de lobos marinos o caminatas por la zona del puerto son decisiones que se saborean más cuando no están apuradas. En ese sentido, tener resuelto el pasaje con antelación marca la diferencia.

Una de las maneras más sencillas es descargar la APP Android Central de Pasajes que  permite no solo evitar filas, sino también comparar precios, elegir ubicaciones preferidas en el colectivo y recibir alertas sin depender de terceros. En un contexto donde lo digital gana terreno, la posibilidad de armar un viaje desde tu celular aporta una libertad nueva al clásico plan de ir a la costa.

La energía del mar después del verano

Algo particular ocurre con las playas fuera de temporada. El viento cambia, las olas cobran protagonismo y la arena deja de ser territorio exclusivo de sombrillas y heladeritas. En otoño, caminar por la costa adquiere otra cadencia.

Aunque el verano haya quedado atrás, la playa sigue siendo una visita obligada para quienes vienen por unos días y quieren llevarse de recuerdo la sensación de caminar por la orilla con la brisa del mar en la cara.

Una de las experiencias imperdibles es recorrer la rambla a pie. A ambos lados de las escalinatas de la Plazoleta de la Armada Argentina, que descienden hacia la playa, se encuentra el famoso Monumento a los Lobos Marinos. Y, si se sigue caminando hacia el sur, aparece una de las postales más clásicas de Mar del Plata: el Torreón del Monje.

Muchos se acercan al Torreón cuando cae el sol, tentados por un café con medialunas en la confitería que funciona allí. Pero más allá de su costado gastronómico, el lugar ofrece una vista panorámica única del mar y la ciudad.

Otros, en cambio, prefieren perderse entre los médanos más alejados, donde reina el silencio. Incluso hay quienes se animan a meterse al agua con traje de neopreno para surfear. Aunque se puede surfear durante todo el año, es en otoño y a comienzos de la primavera cuando las olas son más constantes y las playas, menos concurridas.

Rincones con historia y con sabor

Si algo sabe hacer Mar del Plata es combinar su legado con la vida contemporánea. La rambla, con sus esculturas y edificios emblemáticos, sigue siendo un ícono. Pero a pocos pasos aparecen bares con estética retro, cervecerías artesanales y espacios culturales que renuevan la escena local.

Un claro ejemplo de esa fusión es la calle Güemes. Conocida por su variada oferta de locales de primeras marcas, cafeterías de especialidad y tiendas de diseño, es un paseo que invita a descubrir. A lo largo de sus cuadras se mezclan vitrinas elegantes, propuestas gastronómicas y cafés donde se cruzan generaciones. Es el lugar ideal para hacer una pausa, disfrutar de una buena charla y compartir una comida. 

Y hablando de comida, está la gastronomía. Los sabores de Mar del Plata forman parte de la memoria que se lleva quien pasa por la ciudad. Hay opciones para todos los gustos: recetas tradicionales con pescados y mariscos, carnes, pastas, dulces como churros, alfajores y medialunas, helados artesanales y cervezas bien frías. Comer en Mar del Plata no es solo un placer: también es una forma de conectar con su identidad.

Planes que se estiran hasta la noche

El atardecer marca el comienzo de otra parte del día. Las salas de teatro, tan emblemáticas como diversas, siguen ofreciendo propuestas incluso fuera de temporada. Desde obras clásicas hasta puestas experimentales, la cartelera se mantiene activa todo el año.

A esta oferta cultural se suman los museos de la ciudad, dedicados a distintas temáticas: arte, historia, cultura y ciencias naturales, entre otras. Todos ellos presentan actividades permanentes y muestras que se renuevan con frecuencia.

Para quienes prefieren el aire libre, hay opciones que combinan movimiento y disfrute. Bicicletas para recorrer la costa, caminatas nocturnas guiadas, ferias de diseño y encuentros gastronómicos en patios con foodtrucks. La noche marplatense no siempre necesita grandes planes: a veces, alcanza con dejarse llevar.

Ir una vez no alcanza

Mar del Plata tiene algo que hace que los viajes nunca sean iguales. Tal vez sea su tamaño justo, que permite recorrerla sin sentir que falta tiempo. Tal vez sea la manera en que cambia con las estaciones, o esa mezcla de nostalgia y novedad que siempre deja con ganas de más. Lo cierto es que no importa cuántas veces se la haya visitado, siempre hay un motivo nuevo para volver.

No es casual que muchas familias repitan el viaje cada año, que parejas jóvenes la elijan para una primera escapada o que grupos de amigos la redescubran después de mucho tiempo. Hay algo en su modo de ser que conecta con distintas etapas de la vida. Y cuando eso pasa, ya no se trata solo de un destino: se transforma en parte del mapa emocional de quien la recorre.

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