Este espacio, nacido de la autogestión y sostenido sin financiamiento estatal, es el resultado del esfuerzo conjunto de vecinos, asociaciones ecologistas, investigadores, docentes y equipos interdisciplinarios de antropología y ciencias naturales. Su modelo de gestión participativa combina la observación ambiental, la educación y la preservación cultural, articulando saberes locales y científicos para cuidar el humedal y su biodiversidad.

Entre sus principales objetivos destacan la detección temprana de amenazas ambientales —como incendios, caza o intervenciones sobre el territorio—, la conservación de los recursos naturales y culturales, el monitoreo participativo de flora y fauna, y la vinculación con universidades, equipos de investigación y comunidades costeras.

El Faro de Conservación Las 3 Bocas es un ejemplo inspirador de cómo la comunidad puede liderar la defensa del ambiente y la recuperación de la memoria ancestral, iluminando el camino hacia un Delta más protegido y sostenible.







