En diálogo con Nicolás Carugatti en Fisherton Plus, el presidente de la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA), Gustavo Idígoras, planteó la necesidad de un nuevo paradigma en las relaciones laborales dentro del sector agroindustrial argentino. Con una mirada que trasciende la coyuntura, el dirigente empresario propuso dejar atrás la lógica inflacionaria que marcó las últimas décadas y construir un modelo de concertación que impulse la competitividad, la productividad y el desarrollo de largo plazo.
Idígoras repasó un año que calificó como “intenso, pero revelador”, en el que se pusieron a prueba la capacidad de resiliencia y la madurez institucional de un sector que volvió a ser el principal sostén del ingreso de divisas del país. Con tono reflexivo, recordó que el último trimestre estuvo marcado por una combinación de factores económicos y políticos que generaron incertidumbre y tensión en los mercados, especialmente durante el proceso electoral. “Tuvimos un septiembre y octubre muy movidos, con un tipo de cambio que amenazaba perforar las bandas, una inflación inestable y una economía con mucho empleo informal que rápidamente pierde ingreso ante cualquier sacudón”, señaló.
En ese contexto, destacó la decisión del Gobierno de suspender temporalmente los derechos de exportación, una medida inédita que, según explicó, “obligó a todo el sector a reaccionar en tiempo récord y a movilizar recursos por 7.000 millones de dólares en apenas 48 horas”. Ese esfuerzo, afirmó, “dio estabilidad al mercado cambiario y permitió a la sociedad respirar con cierto alivio”.
La experiencia —dijo— demostró una vez más que el agro argentino conserva credibilidad internacional. “No hay cajas de seguridad con 6.300 millones de dólares listos. Hubo que salir al mundo a buscarlos, negociar con bancos y convencerlos de que Argentina sigue siendo confiable. Lo logramos porque el campo y la industria agroexportadora tienen una reputación de décadas”, remarcó.
El titular de CIARA sostuvo que, superado ese desafío, la industria también debió afrontar una paritaria clave, en la que se puso a prueba la madurez del diálogo entre empresarios y trabajadores. “Nos enfrentamos a una negociación muy compleja, con planteos desproporcionados, fórmulas que ni ellos podían explicar y pretensiones alejadas de toda referencia inflacionaria real. Llegamos a horas de un paro nacional, pero la conciliación obligatoria permitió volver a la mesa”, recordó.
Fue en ese punto donde Idígoras propuso abrir una discusión más amplia: la necesidad de revisar el sistema paritario en un contexto donde la inflación, por primera vez en muchos años, muestra una tendencia a la baja. “Si estamos entrando en un régimen de inflación controlada, hay que repensar los esquemas salariales. No se puede seguir aplicando fórmulas hiperinflacionarias cuando la realidad empieza a ser otra. Eso requiere imaginación, diálogo y responsabilidad”, explicó.
Para el dirigente, la etapa que viene obliga a un cambio de cultura económica y laboral. “Estamos viviendo una desinflación, algo inédito en años. Si el año próximo cerramos con 12 o 15 puntos anuales, estaremos en el rango de un país normal. Eso nos obliga a construir un nuevo marco de entendimiento entre industria y gremios”, planteó.
Y agregó: “Argentina lleva 15 años sin crecimiento sostenido en molienda, exportaciones y empleo. Para crear más trabajo hay que producir más, y para producir más hay que tener previsibilidad, inversión y políticas estables. Los derechos de exportación, la logística y la inflación son obstáculos que deben resolverse de raíz. Si logramos estabilidad, las paritarias tienen que ser inteligentes, atadas a la productividad y al desarrollo, no a la inflación”.
El presidente de CIARA insistió en que el sector necesita consolidar un esquema de negociación que contemple la competitividad internacional. “Hoy los salarios del sector aceitero, medidos en dólares por tonelada molida, son más altos que en Brasil o Estados Unidos. Eso no significa bajarlos, significa buscar fórmulas novedosas que permitan más producción, mejores salarios y más exportaciones, sin perder eficiencia”, detalló.
“Tenemos que entender que no jugamos solos. Cada decisión que tomamos repercute en el mundo. Cuando se suspendieron las retenciones, en 15 minutos bajó el precio del aceite y de la harina de soja en Estados Unidos. Los productores norteamericanos fueron a protestar con razón. Eso demuestra la magnitud del impacto argentino”, subrayó.
Uno de los ejes centrales de la entrevista fue el rol del sindicalismo en este nuevo escenario. Idígoras fue claro: “Necesitamos desideologizar el debate industrial. No podemos seguir con la lógica de que el empresario es el enemigo. Eso es un discurso del pasado. Hay que entender que el desarrollo requiere cooperación. Los sindicatos deben ser parte del crecimiento, no un obstáculo”.
Y agregó: “Hay que abandonar la agenda del conflicto y pasar a la del crecimiento. Las medidas de fuerza por tiempo indeterminado o sorpresivas deben ser el último recurso, no la regla. La base tiene que ser el diálogo permanente, con mesas de trabajo donde los gremios puedan participar en reuniones directivas y la industria pueda asistir a sus asambleas. Es hora de construir confianza mutua”.
Idígoras también apuntó a la necesidad de un sindicalismo más involucrado en los temas estratégicos del sector. “Estamos discutiendo una ley de biocombustibles que no es buena para Santa Fe ni para la industria. Los gremios deberían estar sentados en esa mesa, defendiendo el trabajo local. En Santa Fe, el 90% de la capacidad instalada de biodiésel está parada. Eso significa pérdida de empleo, de producción y de ingresos fiscales. Todos perdemos”, lamentó.
El presidente de CIARA consideró que, más allá de las diferencias ideológicas, es posible construir un ámbito de cooperación sostenido. “Hay que desideologizar el debate industrial. No podemos seguir con la lógica de que el empresario es el enemigo. Eso es un discurso del pasado. El desarrollo requiere cooperación. Los sindicatos deben ser parte del crecimiento, no un obstáculo”, subrayó.
Y remarcó que el conflicto permanente no puede seguir siendo el único canal de expresión. “Las medidas de fuerza deben ser el último recurso, no la regla. El diálogo tiene que ser permanente. Necesitamos mesas de trabajo donde podamos hablar de productividad, innovación, competitividad y comunidad. Es hora de construir confianza mutua”, afirmó.
En ese sentido, Idígoras tomó como referencia experiencias internacionales de colaboración entre empresas y trabajadores. “Hay que mirar lo que hace la industria automotriz, el caso de Toyota en la Argentina, donde el entendimiento entre la empresa, el sindicato y el Estado genera una dinámica virtuosa de crecimiento. No se trata de imitar modelos, sino de aprender a trabajar juntos”, explicó.
El dirigente insistió en que el país necesita un cambio cultural profundo. “La inflación y las crisis nos llevaron a una lógica de confrontación permanente. Pero si logramos estabilizar la economía, tenemos la oportunidad histórica de pasar de la agenda del conflicto a la del crecimiento”, sostuvo.
Durante la entrevista con Fisherton Plus, Idígoras propuso ampliar el diálogo más allá del plano gremial. “Las fábricas no pueden ser islas. Tenemos que integrarnos a la comunidad, abrir las puertas, mostrar lo que hacemos. Que los intendentes, concejales, periodistas, médicos y bomberos conozcan cómo trabajamos, cómo un camión de soja termina alimentando a millones de personas en el mundo. Eso genera orgullo y sentido de pertenencia”, expresó.
En el cierre de la charla, Idígoras reflexionó sobre el escenario macroeconómico que ofrece una oportunidad para redefinir las relaciones laborales y empresariales sobre bases más estables. “El día que podamos discutir productividad, competitividad e innovación con la misma pasión con la que discutimos un bono o un aumento, habremos dado un salto histórico. Ese es el desafío: salir de la agenda del conflicto y entrar en la del crecimiento”, concluyó.







