Puerto San Martín

El joven que intentó matar a su novia de un tiro en la cara tenía prisión domiciliaria y una tobillera electrónica

El joven que intentó matar a su novia de un tiro en la cara tenía prisión domiciliaria y una tobillera electrónica

El agresor, de 19 años, debía estar encerrado en su casa con monitoreo electrónico por un homicidio y un intento de homicidio cometidos cuando era menor de edad. Aun así, salió armado, buscó a su pareja y le disparó en la cara. El caso vuelve a exponer la fragilidad del sistema de arresto domiciliario y el escaso control sobre quienes usan tobillera.

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El agresor, de 19 años, debía estar encerrado en su casa con monitoreo electrónico por un homicidio y un intento de homicidio cometidos cuando era menor de edad. Aun así, salió armado, buscó a su pareja y le disparó en la cara. El caso vuelve a exponer la fragilidad del sistema de arresto domiciliario y el escaso control sobre quienes usan tobillera.

La madrugada del sábado dejó al descubierto otro caso que desnuda las fallas estructurales en los regímenes de prisión domiciliaria con monitoreo electrónico. Un joven de 19 años, que debía estar cumpliendo detención en su domicilio con una tobillera, intentó asesinar a su novia de 18 años de un disparo en la cara en Puerto General San Martín.

La Policía logró detenerlo y secuestró un arma 9 mm con numeración limada, la misma que habría sido utilizada en el ataque. La información fue confirmada por fuentes oficiales consultadas por este medio.

Lo que agrava el episodio es el cuadro previo: el agresor no era un desconocido para la Justicia. Estaba siendo juzgado por un homicidio y un intento de homicidio cometidos cuando aún era menor de edad. La Justicia le otorgó el beneficio de la prisión domiciliaria y le colocó una tobillera electrónica, con la expectativa de que el monitoreo sustituyera el encierro. Nada de eso ocurrió.

Una herramienta que no impidió el crimen

El monitoreo electrónico debería detectar movimientos irregulares, salidas no autorizadas o intentos de evasión. Pero en este caso, el joven no solo salió de su casa: se movilizó, consiguió un arma ilegal y ejecutó un ataque directo contra su pareja.

La secuencia abre preguntas inevitables:

  • ¿Hubo alertas previas del sistema de vigilancia?
  • ¿Se respondieron a tiempo?
  • ¿Se evaluó correctamente el riesgo de otorgarle la domiciliaria a un joven acusado de delitos gravísimos?

En regiones como San Lorenzo y Puerto San Martín, donde la violencia juvenil en escalada y la disponibilidad de armas son variables críticas, un control deficiente puede derivar en tragedias evitables.

Una política judicial bajo cuestionamiento

La prisión domiciliaria con tobillera electrónica fue pensada como una herramienta para casos de baja peligrosidad, perfiles de baja reincidencia y situaciones sociales particulares. Sin embargo, en la práctica, cada vez más jóvenes con antecedentes violentos acceden al beneficio sin una auditoría efectiva del riesgo.

La ecuación termina siempre igual:
un Estado que suelta el control + un delincuente que no cumple las reglas = una nueva víctima.

En este caso, la víctima fue una joven de 18 años que recibió un disparo en el rostro, un ataque que por centímetros no terminó con su vida. Su recuperación demandará tiempo y cuidados. El trauma, mucho más.

El impacto local: alerta para toda la región

El Cordón Industrial ya viene soportando episodios graves donde jóvenes con causas judiciales pendientes, domiciliarias mal controladas o medidas alternativas vacías de eficacia vuelven a delinquir.

La falla no está solo en los individuos. Está en un sistema que:

  • otorga beneficios sin evaluar peligrosidad,
  • confía en una tobillera como solución mágica,
  • no responde a tiempo cuando hay incumplimientos,
  • y deja expuesta a la comunidad a agresores que deberían estar tras las rejas.

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