Actualmente, 58 países cuentan con leyes de biocombustibles con mandatos obligatorios, pero ninguno aplica cupos por empresa, precios fijados por el Estado, segmentaciones rígidas ni licitaciones oficiales como ocurre en Argentina.
El modelo de Brasil como ejemplo
El vecino país aprobó recientemente la “Ley de Combustibles del Futuro”, que elevó el corte obligatorio de biodiesel al 15% y proyecta avanzar hasta el 20% para 2030, con aumentos anuales de un punto porcentual. También fomenta su uso en la aviación civil y el transporte marítimo.
En bioetanol, Brasil incrementó la mezcla con gasolina del 22% al 27%, con posibilidad de llegar al 35%, y lanzó programas nacionales de captura de carbono y movilidad sustentable. Según Zubizarreta, el ejemplo brasileño demuestra que existe un parque automotor preparado para mayores cortes y una industria petrolera que acompaña las inversiones. En ese país, las nuevas inversiones superaron los 15 mil millones de dólares.
Dos proyectos legislativos en discusión
En el Congreso avanzan dos iniciativas: una en el Senado y otra en Diputados, mientras se espera una propuesta actualizada del Ejecutivo. El proyecto del Senado beneficia al bioetanol, pero “castiga la libre competencia en biodiesel”, lo que, según advierten, perjudica a la cadena de valor, a provincias como Santa Fe y a la generación de divisas.
En cambio, la iniciativa del Gobierno impulsa la competencia libre en biodiesel, aunque plantea una segmentación prolongada hasta 2031 y no incrementa el corte, a diferencia de lo que sucede en la mayoría de los países con marcos modernos de bioenergía.
El impacto en Santa Fe y la oportunidad perdida
Santa Fe concentra el 85% de la capacidad instalada de biodiesel del país (2,2 millones de toneladas sobre un total de 2,9), pero apenas el 10% de esa capacidad puede comercializarse debido a las restricciones vigentes. Esto significa que la provincia pierde el 90% de su potencial en empleo y recaudación, y que el consumidor final paga un gasoil menos competitivo.
Una nueva ley. señalan desde la industria, debe respetar los mercados de bioetanol de maíz y caña de azúcar, y garantizar competencia plena en biodiesel. Esto diversificaría el riesgo comercial para los productores, aumentaría la demanda de soja, maíz y caña, generaría mayor valor agregado y reduciría emisiones.
El aporte global del biodiesel y el efecto en los precios
A nivel mundial, casi el 25% del aceite de soja se destina a biodiesel, mientras que en Argentina la cifra no llega al 7%. En Brasil y Estados Unidos ese porcentaje trepa al 50%, lo que mejora la ecuación económica de toda la cadena productiva.
Además, elevar el corte argentino al 15% no tendría impacto inflacionario: estudios de la Bolsa de Cereales proyectan apenas un 0,01% de incidencia en el IPC del Indec en dos años.
“Queremos una ley que haga crecer al biodiesel, pero con todos adentro”, concluyó Zubizarreta, al llamar a aprovechar la oportunidad histórica para salir del estancamiento bioenergético y alinearse con las tendencias globales.






