El proceso, inédito en el cooperativismo argentino, evaluó productos de sus marcas Enercop y Piugusto y confirmó que la cooperativa exhibe indicadores iguales o mejores que estándares nacionales e internacionales.
El presidente de la UAA, Leandro Nardelli, destacó el valor estratégico del informe:
“Es fundamental compartir estos resultados con la comunidad. Venimos trabajando desde hace años con metodologías de medición de huella ambiental y contamos con equipos técnicos que respaldan todo el desarrollo de la cooperativa”, afirmó.
Resultados: huellas de carbono competitivas a nivel global
Entre los datos más relevantes del estudio se destacaron las huellas de carbono para el ciclo completo de vida de los productos:
2,54 kg de CO₂e por cada kilo de pollo entero faenado.
2,51 kg de CO₂e por cada kilo de suprema.
Los valores fueron comparados con bases globales como EcoInvent, Agri-footprint y con una Declaración Ambiental de Producto (EPD) de otro frigorífico argentino, ubicando a la UAA en niveles competitivos y con margen de mejora continua.
El gerente de Carnes, Andrés Cura, celebró el avance: “Este estudio nos permite respaldar nuestra producción con información científica y demostrar que nuestros estándares ambientales son competitivos a nivel internacional”.
Desde el INTI, el especialista Mariano Minaglia explicó que la medición de la huella de carbono tiene un doble propósito: mejorar internamente los procesos y comunicar resultados confiables a un mercado cada vez más exigente. “Hoy el consumidor busca productos con bienestar animal y bajo impacto ambiental. A nivel internacional, la trazabilidad ambiental ya es un requisito”, remarcó.
Un estudio único en el sector cooperativo avícola
El ACV, desarrollado durante 2024, se realizó bajo normas ISO 14025, 14040, 14067 y 14046, siguiendo los estándares del International EPD System, lo que permitirá a la UAA avanzar hacia sus primeras Declaraciones Ambientales de Producto.
El análisis abarcó todas las etapas del ciclo productivo: producción de maíz y soja, elaboración del alimento, recría, postura y engorde, incubación y faena, logística, conservación y cocción en hogares, disposición final del packaging, y el proceso de rendering, clave en el aprovechamiento total de subproductos.
Los productos evaluados fueron pollo entero, suprema, harina de vísceras, harina de plumas y aceite de pollo.
Más eficiencia y menos impacto: las líneas de mejora
El estudio identificó que los mayores aportes a las categorías de impacto, como cambio climático, escasez de agua o agotamiento de recursos, se producen en: la producción de granos, la formulación del alimento, y el engorde.
Con esa información, INTI y UAA definieron acciones para optimizar residuos en granjas y reducir distancias de transporte de granos hacia la planta de alimento balanceado.
Durante la presentación, la cooperativa enfatizó que la sostenibilidad es un proceso continuo: “Este diagnóstico nos muestra dónde estamos parados y nos marca un rumbo claro: producir responsablemente, agregar valor en origen y fortalecer la competitividad de toda la cadena avícola regional”.
La UAA agradeció el trabajo del INTI y ratificó su compromiso con una producción basada en datos, innovación y responsabilidad ambiental.
