En el episodio 56 de Up River, el empresario Alberto “Beto” Gualtieri, fundador del Puerto de Cabotaje BG, compartió su historia y la trayectoria de un proyecto que, hace dos décadas, anticipó la necesidad de contar con infraestructura portuaria especializada en la zona de San Lorenzo, Puerto General San Martín y Timbúes.
Con la conducción de Nicolás Carugatti y Jorge Metz, Gualtieri relató cómo transformó una intuición logística en una realidad empresarial que hoy integra la cadena fluvial del Up River, un enclave que mueve más del 80% de las exportaciones agroindustriales del país.
Una historia de visión y perseverancia
La familia Gualtieri lleva casi 70 años vinculada al negocio cerealero, atendiendo a la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) desde 1956. En los años 90, Beto diversificó su actividad con el desarrollo de guarderías náuticas, pero fue su mirada sobre la logística fluvial lo que marcó el rumbo: vio la oportunidad de crear un puerto de cabotaje para atender un segmento olvidado en la región.
“Había una necesidad latente de servicio para los remolcadores, algo que en San Lorenzo no existía”, explicó. En 2001 obtuvo la ordenanza municipal para iniciar el proyecto y, en 2005, Puerto BG comenzó a operar con habilitaciones nacionales para remolcadores.
Con el paso de los años, el emprendimiento incorporó nuevas capacidades: en 2011 inició los trámites para habilitar operaciones aduaneras y hoy espera la aprobación final como zona primaria aduanera, un proceso que lleva más de una década.
Un punto logístico estratégico en el corazón del cordón industrial
Ubicado en el kilómetro 441,1 del río Paraná, justo debajo de Molinos Río de la Plata, el puerto BG ocupa una posición estratégica donde arranca la rada de San Lorenzo. Desde allí, presta servicios esenciales al movimiento de barcazas y remolcadores: amarradero, suministro de combustible, provisión de agua, alimentos y repuestos, además de apoyo logístico para cortes de convoyes.
El puerto no cuenta con tanques de almacenamiento: el combustible se carga directamente desde camiones, un modelo operativo flexible que, según Gualtieri, “multiplicó la actividad económica asociada”.
“Cada camión que llega, cada servicio que prestamos, mueve una cadena enorme: transportistas, choferes, empresas de mantenimiento, despachantes de aduana y personal de prefectura. Es trabajo y desarrollo local”, destacó.
Una cadena que genera valor regional
El empresario señaló que la creación del puerto no solo cubrió un vacío operativo, sino que abrió un canal de abastecimiento logístico inexistente hasta entonces. La decisión de reiniciar la entrega de combustible a remolcadores en San Lorenzo fue un punto de inflexión: “Antes, los puertos cerealeros no querían asumir esa responsabilidad. Nosotros lo hicimos, y eso dinamizó toda una red de servicios complementarios”.
El resultado fue una nueva cadena de valor local, que va desde el transporte terrestre hasta los servicios técnicos especializados, con impacto directo en el empleo y en la actividad económica del cordón industrial.
Desafíos: burocracia y desconocimiento del sector
Gualtieri también habló con franqueza sobre los obstáculos que enfrentó. “En la Argentina, el que quiere hacer las cosas bien tiene que ser más paciente que valiente”, reflexionó.
Describió la complejidad burocrática que implica mantener operativa una terminal fluvial: habilitaciones de Prefectura, INTI, Aduana y organismos municipales, cada una con requisitos distintos y tiempos prolongados.
Además, criticó la falta de conocimiento de muchos dirigentes sobre el sector marítimo: “He escuchado disparates, incluso acusaciones sin fundamento sobre narcotráfico o sobre la logística de agua potable en los barcos. Falta formación y criterio sobre lo que es realmente un puerto”.
El retroceso de la marina mercante argentina
El fundador de Puerto BG lamentó el deterioro de la marina mercante nacional, que años atrás movilizaba más de 200.000 toneladas en barcazas de bandera argentina desde Barranqueras. “Hoy eso desapareció. El transporte terrestre le ganó a la barcaza, y eso es un síntoma de ineficiencia estructural”, advirtió.
Según Gualtieri, la falta de dragado y el aumento de costos operativos empujaron al sector hacia la marginalidad. “Es más barato llevar carga en camión que en barcaza. Y eso no es progreso: es el reflejo de un país que retrocede en logística”, remarcó.
Una visión de desarrollo para el futuro
A pesar de las dificultades, Gualtieri mantiene un mensaje optimista y comprometido. Hizo un llamado a la acción para impulsar una discusión federal sobre infraestructura portuaria y marina mercante, y reclamó al Estado que priorice obras estratégicas como rutas de acceso, caminos rurales y mejoras en los accesos portuarios.
“Los puertos no son solo terminales de carga: son centros de trabajo, innovación y oportunidades. Si el país invierte en su sistema fluvial, multiplica su capacidad exportadora”, aseguró.
Un puerto con espíritu pionero
Casi veinte años después de su creación, Puerto BG sigue siendo un símbolo de visión empresarial, perseverancia y aporte regional. En palabras de Gualtieri, su objetivo es claro:
“Lo que hicimos fue volver a conectar a San Lorenzo con el río. Donde muchos veían agua y burocracia, nosotros vimos desarrollo y futuro”.






