México, famoso por su red de túneles subterráneos, se convirtió en el escenario perfecto para que un hombre casado fuera a visitar a su amante, también casada. Aunque la jugada no les salió precisamente redonda.
Antonio, residente en Villas del Prado, comenzó a trabajar en la excavación de su propio pasadizo para poder ver a su amante, Pamela, que vivía en el barrio de Tijuana, en el mismo pueblo.
El túnel construido por Antonio era estrecho, aunque bastante largo. Cruzaba varias calles desde su casa hasta llegar a la de su amante.
Una vez terminado, pudieron reunirse en secreto cada vez que el esposo de Pamela salía a trabajar. Sin embargo, no planearon que Jorge, el marido de la mujer, volviera a casa del trabajo antes de lo previsto.
Un día, mientras Pamela y Antonio se encontraban en casa de esta, Jorge llegó al hogar y se encontró una escena poco agradable. Envuelto en ira, el hombre se abalanzó contra el albañil, que intentó esconderse bajo la cama y desapareció por el túnel del amor.
Se metió en el túnel y llegó hasta la casa de Antonio, donde este le pidió que no alzase la voz, pues su esposa se encontraba en la habitación contigua y, como era de esperar, no sabía nada de la aventura extramarital de Antonio.