El campo resiste y espera

Analista del agro advierte que los productores buscan destinos fuera del país por presión impositiva y falta de infraestructura

Analista del agro advierte que los productores buscan destinos fuera del país por presión impositiva y falta de infraestructura

El especialista del Centro de Agronegocios de la Universidad Austral alertó sobre la combinación de presión impositiva, atraso cambiario y falta de infraestructura. Advirtió que la Argentina está "exportando productores" por falta de condiciones para crecer

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El especialista del Centro de Agronegocios de la Universidad Austral alertó sobre la combinación de presión impositiva, atraso cambiario y falta de infraestructura. Advirtió que la Argentina está "exportando productores" por falta de condiciones para crecer

Mientras el 80% del campo tuvo una campaña productiva “decente”, el panorama económico del agro argentino sigue en rojo. Así lo analizó Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, en un extenso diagnóstico donde no se salvó nadie: desde el clima hasta el sistema tributario, pasando por las retenciones, el tipo de cambio, la logística y la inversión pública paralizada.

Romano arrancó destacando que, a pesar del temor en enero y febrero, la campaña de maíz y soja terminó siendo buena por las lluvias. El trigo viene muy bien y las perspectivas para la siembra gruesa son positivas. Pero lo que se cosecha en el campo, se pierde en los papeles.

“Los precios empezaron bien y después cayeron. Igual, con oportunidades, cerramos 7 u 8 puntos, pero el productor tiene muchos dolores de cabeza”, explicó.

Uno de los principales: las retenciones, ese “impuesto mortal que el kirchnerismo metió en la Argentina”. Y el problema mayor: no saber qué va a pasar con ellas. “Cuando el productor ve que pueden volver a bajar, frena todo. Vende lo justo y necesario y entra en modo guerra”, dijo.

Hoy, alrededor del 43% de la producción ya se vendió, un ritmo mayor al promedio histórico. Pero ahora las ventas se paralizaron. “El productor ya cubrió sus necesidades financieras, guardó los granos, y con la expectativa de una baja de retenciones, va a aguantar lo que pueda”, describió Romano. “No va ni al bar del pueblo los domingos”.

Un país que exporta productores
Para Romano, el campo argentino está “atrapado” por el atraso cambiario y la carga fiscal, lo que vuelve poco rentable operar lejos de los puertos. “Si estás en Salta, traer maíz a Rosario te cuesta una fortuna”, explicó.

Por eso, muchos productores emigran. A Paraguay, Uruguay, Bolivia, y hasta Europa del Este y África. “Estamos exportando productores porque en otros países el margen es mejor, aunque tengan sus problemas”, subrayó.

El problema no es solo el dólar ni las retenciones. Es el combo fatal: impuestos provinciales, como Ingresos Brutos, trámites burocráticos y el eterno drama de la infraestructura. “Las rutas son las mismas desde hace 50 años. Las vías férreas son menos. La capacidad de los puertos se triplicó, las cosechadoras se multiplicaron por cinco, pero todos salimos por el mismo cuello de botella”, graficó.

“El camión está sobreutilizado. El sindicato pesa y se usa hasta para distancias de más de 300 km, que no son viables. En EE.UU., los granos viajan en barcazas por el Mississippi o en trenes. En Brasil, hicieron obras fuertes para conectar las zonas productivas con el litoral marítimo. Nosotros seguimos igual que hace medio siglo”, lamentó.

Romano también se refirió a sectores del agro que, en contraste, atraviesan un buen momento. La ganadería y la lechería repuntaron, gracias a la eliminación de la brecha cambiaria y la reducción de costos para importar fertilizantes.

“El Gobierno dio pasos importantes, bajó derechos de exportación para economías regionales y simplificó trámites. Eso facilitó inversiones”, reconoció. Pero advirtió: “Mientras no se solucionen trabas estructurales, como el convenio multilateral o los impuestos cruzados entre provincias, el valor se sigue destruyendo”.

En definitiva, Romano trazó un panorama dual: un productor altamente capacitado y adaptable, frente a un contexto institucional que frena su crecimiento.

“Hay potencial para pasar de 120 a 180 o incluso 200 millones de toneladas sin ampliar la superficie, solo aplicando tecnología y haciendo obras clave. Pero con este marco legal, nadie invierte”, cerró.


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