El mundo está en medio de la más violenta y arrolladora revolución industrial, todo cambia a la velocidad de la luz, obligando a millones a reinventarse para poder seguir enganchados en el sistema.
Hace tan sólo 50 años, Argentina era uno de los mayores exportadores de alimentos del mundo, situación que se anclaba en la extensión de su territorio, en el clima y la fertilidad del suelo. Hoy el mayor productor de alimentos es Países Bajos (ex Holanda) con la mayoría de su territorio debajo del nivel del mar. Esta transformación tuvo su mayor fortaleza en la inversión de recursos en investigación y desarrollo de tecnologías que permitieron generar las condiciones necesarias para vencer sus limitaciones geográficas y convertirse en una potencia exportadora de alimentos.
En Argentina en general y en San Lorenzo en particular, seguimos anclados a la teoría de que vivimos en un país rico y que la ciudad es uno de los polos agroexportadores más importantes del mundo, dos falsas creencias. El país lleva 20 años sin crecer en su capacidad de producción de soja, principal materia prima para el procesamiento y obtención de aceite y harina. Las plantas agroxportadoras que procesan soja tienen más del 50% de su capacidad ociosa y sus puertos son considerados para el mundo “puertos sucios”. Para que seamos un país rico y una zona próspera se debería exportar por gramos (valor agregado) y no por toneladas, un concepto clave para entender el desacople que tenemos con políticas puestas en marchas hace décadas en Países Bajos.
Hoy, en medio de un proceso electoral, en lugar de discutir cómo potenciar las capacidades de nuestros jóvenes para poder formarse con skills tecnológicos que les permitan desarrollar habilidades que el mundo demanda, estamos enfocados en construir discursos y políticas lo más populistas posibles que permitan la administración de la decadencia. El voto de la sociedad en las elecciones PASO nacionales fue contundente y va a ser cada vez más, porque todos tenemos acceso a ver cómo el mundo evoluciona a la velocidad de la luz y la dirigencia empresarial y política sigue discutiendo “derechas o izquierdas”.
En abril escribí una editorial que se desprendida de discursos en la Cámara de Comercio de San Lorenzo en el marco de su aniversario, que tienen suma vigencia para ser tenidos en cuenta para la próxima década, se titulaba “No tenemos la vaca atada” – https://sl24.com.ar/no-tenemos-la-vaca-atada/ – Necesitamos despertar y comenzar a trabajar para no postergar a generaciones enteras.