Por Bernardo Basombrío (*), especial para SL24
Con su extensa y variada geografía, la provincia de Santa Fe también tiene diversidad de oportunidades y prioridades para atender su desarrollo. Naturalmente, el electorado deposita confianza y guarda aspiraciones en quienes más cree. Las lecturas que dejaron las elecciones Primarias del último domingo asimismo permiten observaciones que el sur desconoce, más finas.
El gobernador Omar Perotti dejó mucho dolor y bronca, también y como otros políticos. De mayor a menor, la primera verdad es que allí adonde el kirchnerismo toca lo sensible algo hiede mal; el espacio reducido queda circunscripto a aves carroñeras. El 63 % de los votos se los llevó Juntos por el cambio: Maximiliano Pullaro, Carolina Losada y Mónica Fein arrasaron y, esa interna dejó más lecturas.
Gestionar estos cuatro años no fue feliz: ni la economía, ni la política, ni la salud y por si hubo poco el gobierno se ocupó de politizar el concurso preventivo que tiene a Vicentín, con eje en Santa Fe, un asunto de trascendencia nacional.
Nada más asumió Alberto Fernández, la primera metida de pata, que en solo seis meses de gestión logró protestas nacionales en defensa de la propiedad privada. Además de la aceitera de Avellaneda, tomó dimensión el caso del campo de Etchevehere, las tierras de Guernica y la actuación en nombre de supuestos Mapuche, y que no es pueblo originario al este de los Andes. Todo bajo una pandemia nociva por sus efectos y la toma de malas decisiones que se tomaron.
El gobierno nacional actuó mezquinamente para darle fondos que asistan a un impulso económico, pese a los aportes de su riqueza. Santa Fe ha sido relegada por propios: Perotti está sentado en un millonario plazo fijo que es de la provincia, más de $ 80.000.-millones ¿Para qué le sirven si no es hacer política?
La ruta interprovincial 95, la nacional 34, la 11 son ejemplos de caminos que el NE de Santa Fe necesita. El acceso a Moussy que, les cobraron aportes a los vecinos y, otras tantas aperturas de pliegos y licitaciones que insumieron vueltos que alguien se quedó a mitad de oficina. El puente de la Sarita, que conecta regiones rurales, bajo amenaza de tragedia con el mismo sino de espera y billetes pegados en alguna mano. Son algunos ejemplos concretos, pero válidos al desarrollo que abre oportunidades al progreso que niegan.
En las elecciones Pullaro duplicó a Losada y, Fein le pisó los talones al primero de la lista del oficialismo. En la interna de Cambiemos, resonaron hasta las urnas la dañosa actitud de Losada hacia Pullaro. Si fue tan vehemente ¿Por qué no se fue a otro espacio, como la Coalición Cívica, por ejemplo?
La praxis de la prensa distorsionó al transcribir el mensaje. El ganador de la interna declaró, ante un medio porteño: “A veces los títulos fueron más fuertes de lo que ella decía. En ningún momento me dijo “narcotraficante”. Si me hacen eso, yo voy a la Justicia. Dijo que yo había tenido relación con policías que habían sido vinculados con el narcotráfico. Y yo fui ministro de seguridad.
“Si hubiera sido ministro de Educación, habría tenido llamadas y vínculos con docentes y maestros. Y si hubiera sido ministro de Salud, habría tenido vínculo con enfermeros o médicos. ¡Yo fui ministro de Seguridad! Obviamente tuvimos policías presos por narcotráfico. Nosotros fuimos ejemplares con esos policías: cuando había una causa, lo pasábamos a disponibilidad; cuando había una imputación, eran echados de la policía. No duraban ni un día”. Sencillo. limpio y escueto.
Lo de Losada no se hace. Fue bajo. Y, redobló encerrándose en un laberinto al asegurar que, de ganar la interna no tendría nada que hablar ni compartir con su oponente. Fue un boomerang cuando el escrutinio advirtió que Pullaro le duplicó la cantidad de votos. Ecuánime, el ganador dio vuelta la página inmediatamente invitándola a compartir el proyecto de trabajo que resta hasta las elecciones.
Si la recomposición es real, queda por dilucidarlo. Hay que reacomodar filas pues la primacía tendrá otra fisonomía. La orfandad de la derrota mostró, entre otros, la cara de Dionisio Scarpin –aturdida ante las cámaras de televisión, como perdido-; él le hizo sombra a Losada adonde ella fuera para aprovechar ese fulgor, pero no supo ubicarse en el propio rol que eligió.
“La voz del Norte” se hizo llamar, para entrar al firmamento del Congreso Nacional. No cumplió, pese a tomar impulso de la mano del caso Vicentín para ser electo senador. No fue capaz de interiorizarse por sensibles detalles de la compañía –o dar, aunque sea, auxilio mediático- que servía como voz en defensa de la demonizada empresa. Una contrariedad fruto de la potente notoriedad que, caprichosamente puede dar cualquier gobierno oficialista con su megáfono para que las masas crean tal o cual cosa.
Scarpin se sirvió, como intendente de Avellaneda de la aceitera, con infinidades de pedidos y favores como si no hubiera fondo. No podía ni puede desentenderse de un gesto de nobleza. El senador Orfilio Marcón, también: con la crisis del 2001 su gestión se quedó sin dinero para pagar sueldos: el generoso bolsillo de Vicentín se ocupó de subsanar y acompañar a que saliera a flote. Otro pedido de auxilio provino del hoy senador Armando Traferri quien, como intendente de San Lorenzo en su tiempo, les pidió fondos para sostener su administración. No una, varias veces.
Al menos, Marcón y la diputada Marlén Espíndola se le plantaron a una Comisión de la Cámara de Diputados, conformada por ignotos legisladores que no hicieron más que estorbos sin aportar nada productivo. Una obviedad: ellos componen el cuerpo legislativo, el judicial es otro. Tres de ellos, juntos, proclaman una carrada de pedidos de informes o de declaración del cuerpo legislativo, pero de leyes de autoría propia que les cambien la vida a santafesinos, nada. Aun así, buscan su promoción en la desgracia ajena, difamando con inmunidad legislativa.
La región acudió a las puertas de Scarpin, también, ante ideas de convertir una extensa zona en parque nacional quitando soberanía y usufructo a la provincia: el Jaukaanigás. Tampoco se interesó por defenderla. Scarpin se muestra desdeñoso de su cargo en el senado nacional. Quiere ser diputado provincial –léase la caja-, sin terminar su mandato y dejar en su lugar a un rosarino que no tiene idea de lo que sucede en el norte de Santa Fe. Más acá, algunas desprolijidades le endilgan localmente. Resueltamente, lo ha ocupado únicamente su propio interés y no el que proclamó como “La voz del Norte”, ni el de sus votantes o mucho menos de quienes lo ayudaron.
Omar Perotti, por su parte, tuvo un papel –acaso como mucamo- durante las idas y vueltas por evitar el concurso de Vicentín. En un encuentro con el entonces CEO de la compañía, Sergio Nardelli, le pidió datos sensibles de orden financiero para llevarle al entonces ministro de Producción, Matías Kulfas. Obvio, nunca hizo una devolución, traicionando.
En algún momento la vida alcanza con sus gestos y pone las cosas en su lugar. Otras son las urnas y, vale tomar nota. Hablando de orden y racionalidad, Maximiliano Pullaro debe cuanto menos leer que la hipocresía política o el propio interés afectando el de contribuyentes o ciudadanos se paga muy caro, al final. Así como Losada equivocó, también lo hace la postura de lo “políticamente correcto” cuando corresponde llamar a las cosas por su nombre.
Es innegable la gravitación de la órbita del caso Vicentín, en Santa Fe o en el país. Todo lo que conlleva y logró de avance el expediente judicial que la tiene en la justicia, necesita despegar la politización que la oprime. La frescura del momento político que vive Pullaro requiere esa valentía para desmarcarse y dar voz de que cesen los hostigamientos políticos al concurso….o el desastre caótico, los gritos y la nada misma entrarán en escena castigando.
(*) Bernardo Basombrío, periodista y escritor. Autor del libro ¡Exprópiese! El caso Vicentín