¿Inacción o impericia?

El calvario de la mujer que falleció por fiebre hemorrágica y fue tratada por COVID-19

El marido relató como la inacción del estado y de los profesionales hicieron que el cuadro desembocara en la muerte. Tras conocerse esta versión, la directora de Epidemeología se comprometió a investigar. Hoy se supo de su renuncia


El pasado jueves 14 de mayo Hilda Grau, una mujer que residía en Roldán, amaneció con fiebre. Con responsabilidad, informó al teléfono asignado ante sospecha de covid-19. El estricto protocolo impidió, increíblemente, que la vea un médico. Le dijeron que se aislara. Una semana después murió y se le diagnosticó fiebre hemorrágica argentina.

Su estado se deterioró y ante cada advertencia a las autoridades sanitarias por parte de José, su marido, la respuesta fue la misma: tomar paracetamol y mucho líquido. Desesperada la familia, logró ingresar al Hospital Eva Perón el sábado 23. A las pocas horas falleció de Fiebre Hemorrágica Argentina.

Con 53 años, Hilda era una mujer sana. Tenía residencia en Roldán, en el barrio Acequias del Aire, pero permanecía en Rosario algunos días de la semana por el tiempo que le llevaba atender su local de ropa. El pasado domingo 10 de mayo la familia disfrutó de un asado en su casa en Roldán. El jueves siguiente Hilda amaneció con fiebre. Su marido llamó al 147, ante sospecha de que padecía de coronavirus. “Hicimos lo que debimos, pero yo no pensaba que era covid-19 porque respetamos toda la cuarentena”, apunta el marido. “En la línea telefónica nos dicen que no podemos salir de casa y que le demos paracetamol. Pero Hilda pasó muy mal el fin de semana, nunca se le iba la fiebre, la asistíamos las 24 horas. Volvemos a llamar al 147 y nos repiten lo mismo y que no podemos salir de casa. Les digo que por favor me traigan una ambulancia para que la vea un médico porque ya no se puede mover y me dicen que le tienen que hacer el hisopado de coronavirus, que iban a venir al otro día”, recuerda.

El Sies tocó su puerta recién el miércoles 20, a seis días de que Hilda tenía fiebre constante. “El médico la atendió para hacerle el hisopado desde afuera. Me hicieron sacarla a ella hasta la puerta. Se lo hicieron con brazo extendido, bien de lejos, y se fueron. Les pedí por favor que la revisen pero se fueron sin más”, denuncia.

Pérdida del apetito, vómitos y diarrea agravaron el cuadro de Hilda. Muy debilitada, ya sin fuerzas, José decide trasladarla al policlínico San Martín. “La tenía que alzar para llevarla al baño. En el policlínico la miran 10 minutos y me dicen que tiene dengue. Le extraen sangre y me vuelven a decir que tome paracetamol”, repasa el marido.

El viernes 22 Hilda apenas si tiene fuerzas. José la sube al auto y la traslada al Carrasco. Ruega por su atención: “Pedía por favor que alguien la mire”. Le extraen sangre. Queda reposada en una camilla con suero. José pasa la noche en el auto, estacionado en la puerta del hospital. Una enferma le acerca alguna precisión: Hilda tiene poco oxígeno en sangre y le van a realizar una transfusión, es el último día en que se puede hacer por la gravedad de su cuadro. Los estudios le dieron, además, fallas en sus riñones. Por primera vez le dicen, informalmente, que tiene Fiebre Hemorrágica Argentina. El sábado 23 a las 7 de la mañana el Carrasco ya no es el lugar que necesita Hilda. Debe ser derivada a un nosocomio de mayor complejidad y la trasladan al Eva Perón de Granadero Baigorria.

José escolta con su auto a la ambulancia. En el estacionamiento del Eva Perón el marido empieza a ser víctima de los maltratos del personal. “Veo que la bajan de la ambulancia de muy mal modo, el enfermero hace un movimiento brusco. Hilda se toma de la ambulancia para no caerse, mientras con la otra mano sostiene el suero. El enfermero le grita ‘soltate hija de puta’. Ahí le digo de todo y veo que a Hilda la bajan desnuda, en un estado de abandono increíble. Y no la vuelvo a ver más”, relata, aún conmocionado.

“En el Eva Perón empieza el calvario –retoma José–. Hilda ingresó y no me dicen nada. Al mediodía explico mi situación, que sólo necesito saber cómo está Hilda, y me dicen que espere, que me van a llamar. A las 15 vuelvo, porque estaba afuera del Hospital, ni siquiera podía ir al baño, y no me dicen nada. Yo quería avisar que Hilda no tenía coronavirus porque una enfermera del Carrasco le manda un mensaje a mi hija con el resultado negativo del hisopado. Pero no pude informar. Me dicen que los partes lo dan por teléfono, no personalmente. A las 16.30 tampoco me dejan pasar. A las 18 me voy a casa porque necesitaba orinar. Vuelvo al Eva Perón a las 18.40. Sin parte, a las 20.30 no aguanto más y me mando a terapia intensiva. Veo gente que pasa y a cada uno le suplico por información; pero nada. Me quedo esperando. Y a las 21, uno de los que me maltrató, me dice que Hilda falleció y se va. Ahí me deja. Yo quedo en shock, tirado en el piso y me retiro al rato para darle la noticia a mis hijos”.

El parte médico nunca llegó. El acta de defunción de Hilda dice “paro cardiorrespiratorio por enfermedad”. Un familiar médico tuvo acceso a la histórica clínica y allí consta la verdad: Hilda murió de Fiebre Hemorrágica Argentina.

”Tenemos el compromiso de esclarecer lo sucedido”, aseveró Carolina Cudós, directora de Epidemiología de la Provincia. “Es terrible y lamento lo que pasó. A la familia yo le creo, pero ahora lo que debemos hacer es reconstruir todo lo sucedido porque seguro que esto va a pasar a mayores”, enfatizó.

Hoy se supo del alejamiento en su cargo.

Fuente: rosario/12

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