Editorial

El Cordón Agroexportador en “modo avión”

Por Nicolás Carugatti

Las dificultades políticas traducidas en incertidumbres económicas son tal vez la clave para entender cómo el complejo agroexportador San Lorenzo-Timbúes, uno de los más grandes del mundo, puede estar en modo avión desde hace cinco años.

El hub agroindustrial tuvo cuatro ciclos de inversión trascendentales en los últimos 20 años, que logaron consolidar una capacidad de molienda de soja de 70 millones de toneladas. Pensada y proyectada para cosechas de soja de 100 millones de toneladas, paradójicamente esa producción en Argentina se encuentra estancada en un promedio de 53 millones de toneladas hace más de 20 años, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario. Para tomar dimensión del estancamiento productivo argentino, vale comparar con la cosecha de Brasil que está cerrando una campaña e 150 millones de toneladas.  El primero de los ciclos de crecimiento se dio en 1995 en pleno gobierno de Carlos Menem, donde las empresas agroexportadoras comenzaron una carrera para ampliar sus capacidades de almacenamiento y de molienda. Ese ciclo se extendió hasta la llegada del nuevo siglo, interrumpido por la crisis Argentina del 2001, que hizo que las empresas detengan las nuevas inversiones, para retomarlas debieron pasar 10 años y fue en 2005 con precios récord de las materias primas y el país bajo la conducción de Nestor Kirchner. El tercer ciclo de inversión fue motorizado por la construcción de plantas de biodiesel y el cuarto y último fue la llegada de inversiones a la localidad de Timbúes, producto del calado natural que tienen las costas del Río Coronda.

La falta de políticas agroindustriales de largo plazo pusieron a todo el sistema productivo agroindustrial en modo avión. Estos estadíos se convierten en máquinas perfectas de destrucción de empresas pymes, que son un gran soporte para el funcionamientos del complejo agroexportador local. Cuando los ciclos no son virtuosos las amenazas de deterioro del clima de negocio generoso que tiene la combinación de empresas pymes y multinacionales se pone en jaque y su recuperación puede llevar mucho tiempo y hasta se corre el riesgo de perderlo para siempre.

El nuevo paradigma de la agroindustria, que fue representado en un programa de 40 medidas por el Concejo Agroindustrial Argentino, necesita de la innovación y el conocimiento que viene apalancado de un ecosistema de innovadores y emprendedores, sumado al aporte del sistema educativo y políticas públicas de largo plazo. Las dos primeras siempre fueron garantizadas por el entramado empresarial mediano del Cordón Industrial, hoy disminuido por 5 años de parálisis casi total de las inversiones.

La situación de la educación lleva más de 10 años con indicadores alarmantes de aprendizaje de niños y jóvenes, las pruebas Pisa de 2018 dieron resultados catastróficos para los niños del Cordón Industrial, el 80% no puede resolver problemas básicos de matemática, este deterioro educativo se discute cada 4 años sólo como slogan de campañas políticas.

Estos 5 años de “modo avión” deberían constituir una alerta para no convertirnos en el ex Complejo Agroexportador, porque ya vivimos con mucho dolor ser el ex Cordón Industrial.