El gran reto de 2022

Estancamiento de la industria sojera impide crear 80.000 nuevos empleos

Es el cálculo elaborado por el empresariado. Hoy la capacidad productiva de harina y aceite es de 50%. Y se pierde de generar miles de millones de dólares


Este 2022 podría ser el año de inflexión para iniciar un proceso de reconstrucción y/o proyección de la industria sojera, que en la región posee su epicentro fabril.

Es que si bien el país sigue liderando el ranking de exportaciones en todo el planeta, durante la última década el complejo sojero perdió espacio, a nivel mundial, y el país dejó de recibir decenas de miles de millones de dólares en concepto de divisas.

Eso se ve reflejado en el volumen de cosecha, que llegó a tener el récord de 60 millones de toneladas, en la campaña 2014/2015, e incluso entonces se estimaron elevarla hasta los 70 millones. Sin embargo, desde entonces viene retrocediéndose y la última cosecha fue una de las más pobres de los últimos quince años, con 45 millones de toneladas.

Y así como retrocede el área sembrada, lo mismo ocurre con la producción de subproductos. La capacidad ociosa industrial hoy está en un mínimo de 50 por ciento y por eso no hay proyección de mayores inversiones. Y en este tren, también hay que mencionar la pérdida de nuevos puestos de empleo que, si la situación fuera inversa, podrían generarse en la región. Para el empresariado, podrían ser no menos de 80.000 cargos laborales.

«Esta última campaña de soja fue el área de siembra más baja de últimos 15 años. Llegamos a tener una producción récord de 60 millones de toneladas (2014/15) y desde ahí tuvimos estancamiento y declinación. Podríamos producir 70 millones, pero estamos en 44/45 millones. Y no es que el mundo demande menos, sino que demanda más. Brasil, Estados Unidos y Paraguay, crecen, y en algunos casos, fuertemente”, explicó Luis Zubizarreta, presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (Acsoja) y a su vez titular de la Cámara de Biocombustibles (Carbio), al portal Infobae.

Respecto a la industrialización de la oleaginosa, también existe un estancamiento.

Hace diez años, el complejo sojero procesaba unas 36 millones de toneladas, casi igual que ahora. En todo este tiempo se dispusieron muchas inversiones con la proyección de incrementar la capacidad productiva, que tal lo señalado, hoy es altamente ociosa.

Para comprar, en igual período, Estados Unidos incrementó la producción de harina y aceite de soja en 32 por ciento, y Brasil, en 28. Ambos países son los competidores directos de Argentina, que aún obstenta ser el mayor productor de harina de soja en todo el mundo.

También hay que tener en cuenta que los países compradores vienen incrementando su propia capacidad de molienda, lo que repercute en reducir sus importaciones desde la Argentina. Un caso emblemático es China, otrora principal comprador, que desde hace un tiempo está más interesado en adquirir porotos y no subproductos. O sea que se le vende mercadería sin mayor valor agregado; ergo, menos industrialización, baja en la cantidad de puestos de empleo, retroceso en el desarrollo de la cadena comercial sojera y menor recaudación impositiva para un gobierno necesitado de dólares.

El informe que expone estos datos y tendencias fue proporcionado por varias asociaciones empresarias, entre ellas la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara), que días atrás SL24 publicó.

Su presidente, Gustavo Idígoras, completó el panorama indicando que, el año pasado, dejaron de ingresar unos 700.000 viajes de camiones con granos de soja y se perdió de exportar unos 10.000 millones de dólares extras. Y tal lo expresado, se desvaneció la posibilidad de crear nuevos puestos de trabajo, que con un funcionamiento productivo pleno a la capacidad industrial instalada y la demanda mundial, no sería menos de 80.000 vacantes, tal lo reconocido por el dirigente.

El Cordón Industrial tiene como principal sustento económico al complejo sojero, destacándose el rubro industrial, de la mano de los aceiteros, y de servicios, como los portuarios y los marítimos, entre otros.

Así como en los últimos 20 años esta actividad recompuso el tejido social y laboral de una zona que en la década del 90 sufrió casi una devastación por el cierre masivo de establecimientos fabriles (Cerámica San Lorenzo, Colgatte Palmolive y Massey Fergunson, por citar sólo algunas), con la consecuente expulsión de miles de obreros, también lo hizo en materia de recuperación económica.

La dirigencia sindical, política y empresarial de la región se enfrentan a un dilema al que deberán abordar con la mayor sabiduría y responsabilidad. Si bien se disfruta de un buen presente, no tendrán que olvidar el pasado y proyectar un mejor futuro. La pregunta es: ¿Están capacitados para ese objetivo?

Alejandro Romero (Fuente: Infobae) 

 

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