El peronismo santafesino intenta reconstruirse de las ruinas en que quedó sumido después de los cuatro años del gobierno de Omar Perotti y de la dura derrota electoral que sufrió a manos de Maximiliano Pullaro. Dirigentes de distintas vertientes rediseñan el espacio para los próximos años, con un esquema amplio pero también selectivo porque sostienen que hay que enviar mensajes de renovación.
No emerge por ahora una figura que tenga la chapa suficiente para ser la contracara de un peso pesado como Pullaro, quien sostiene una alta imagen positiva. Sí hay quienes quieren serlo. Uno de ellos es el intendente de Funes, Roly Santacroce, que se sube a cuanto ring puede para tirarle piñas al gobierno provincial.
De todas maneras, hasta que se aclare el panorama, las conversaciones se suceden sin pausa y aparecen certezas; por ejemplo, quiénes no deben estar en la foto del nuevo peronismo. Uno de ellos es el sanlorencino Esteban Aricó, a quien le bajaron el pulgar por varias razones, la principal es haber quedado envuelto en el escándalo de los comedores fantasmas.
“Hoy nadie lo quiere en la foto porque saben cómo funcionaban esos subsidios: era plata que terminaba en cualquier lado menos en darles de comer a los pibes”, contó un conocedor de la trastienda del peronismo que hoy sigue de cerca el proceso de reconstrucción. “Tampoco lo quieren en la Liga de Concejales. En la lista negra también está Nicolás Ramírez, de Villa Gobernador Gálvez, y un par más”, agregó.
El caso de Ramírez repite un patrón similar al de Aricó aunque fue más torpe: creó una asociación civil, denominada Creo, a la que le fijó residencia en su propio domicilio. El presidente de la institución era su padre. Y, por supuesto, recibía dinero para prestar servicio como comedor comunitario, algo que nunca ocurrió.
Aunque el fin haya sido el mismo, al menos Aricó fue más detallista: al conformar la ONG Protegiendo Sueños involucró en la comisión directiva a militantes y allegados, pero a ningún familiar directo. El resto de la mecánica es conocida: declaraban tener un comedor comunitario para recibir subsidios mensuales (se calcula que embolsaron no menos de 70 millones) pero nunca le dieron de comer a nadie. Así lo corroboraron funcionarios provinciales al inspeccionar la casa de diagonal Berardo 1001, donde funcionaban la ONG y el búnker de campaña de Aricó.
En este punto también le achacan a Aricó “haber metido en problemas a compañeros y gente buena que le creyó”, que hoy están denunciados penalmente por el Ministerio de Igualdad y Desarrollo Humano de Santa Fe.
Otro motivo por el que hoy el edil sanlorencino no es tenido en cuenta para el nuevo peronismo está fundado en cuestiones más políticas e internas: fue un protegido del otrora poderoso Luciano “Lucho” Battistelli.
Desde una oficina de la sede rosarina de Gobernación, Battistelli manejó buena parte de las acciones políticas de Perotti en el sur santafesino. El gobernador venía poco y nada por estos lugares y entonces le cedió poder a “Lucho”, quien fue muy generoso con sus amigos y avaro con los otros. Un beneficiado fue Aricó: basta con repasar el impresionante despliegue de recursos en la campaña electoral, tanto en la calle como en las redes sociales, para medir la generosidad de Battistelli con su amigo sanlorencino. Aricó quedó parado del lado de Battistelli en la división interna y hoy le pasan factura.