El proyecto impulsado por el presidente Javier Milei y el secretario de Planeamiento, Federico Sturzenegger, generó desde el inicio un fuerte rechazo en los sindicatos marítimos —SOMU, Marina Mercante, Centro de Patrones y el Centro de Capitanes y Oficiales de Ultramar— que advirtieron que la norma ponía en riesgo miles de fuentes laborales en un sector históricamente golpeado.
Un triunfo gremial sin propuesta alternativa
Las organizaciones sindicales festejaron la decisión parlamentaria con la consigna de haberle “ganado la pulseada a Milei y Sturzenegger”. El resultado les otorga aire político y gremial tras semanas de conflicto, y confirma que en el Congreso las mayorías no acompañan los intentos de desregulación por decreto.
Sin embargo, en este capítulo de la disputa legislativa queda un vacío evidente: los gremios no ofrecieron propuestas concretas para revertir la decadencia de la Marina Mercante nacional. Desde la década de 1990, la actividad perdió casi la totalidad de su flota de bandera argentina, que hoy opera mayoritariamente bajo bandera paraguaya en la Hidrovía.
Entre la euforia y la incertidumbre
El rechazo al decreto cierra una batalla política, pero no resuelve el problema estructural. El sector marítimo sigue sin un plan para recuperar competitividad, atraer inversiones y aumentar el número de barcos de bandera nacional.
Por ahora, lo único cierto es que el decreto quedó archivado y que los sindicatos lograron imponerse en la pulseada contra el Gobierno. Pero más allá de los festejos, no hay señales de que vayan a crearse nuevos puestos de trabajo ni que lleguen inversiones al sector.

Mientras tanto, la Marina Mercante argentina sigue navegando en la misma incertidumbre de las últimas tres décadas.