Una de las apuestas industriales del Grupo Vicentin está a punto de convertirse en su primer fracaso judicial fuera del negocio cerealero. Se trata de Alimentos Refrigerados S.A., una empresa láctea que opera con marcas reconocidas en el rubro y que fue adquirida como parte del ambicioso proceso de expansión que Vicentin impulsó en tiempos de vacas gordas. Hoy, esa firma se encuentra al borde de la quiebra, sin representación legal, sin producción y con medidas judiciales que comprometen su conducción.
La situación es dramática. Las dos plantas que componen el esquema productivo de la compañía, ubicadas en Monte Cristo (Córdoba) y Arenaza (Buenos Aires), están completamente paralizadas desde la semana pasada.
Con un pasivo reconocido superior a los $49.700 millones, sumado a $67.300 millones en concepto de garantías por la fallida adquisición de activos de SanCor, la empresa ingresó en concurso en marzo de 2023. Desde entonces, no logró reactivarse ni capitalizarse, y los trabajadores temen que el deterioro sea irreversible.
Las fuentes gremiales consultadas por SL24 aseguran que la situación se fue agravando en silencio. “Los sueldos se pagan en cuotas, si se pagan. Hay embargos laborales, falta de insumos, cortes de energía por falta de pago. En Córdoba ya ni siquiera tienen luz”, relatan desde ATILRA.
Lo más inquietante es que la empresa intentó aplicar un plan de suspensiones: 15 días sin tareas con un pago fijo de $100.000 y el otro 50% del mes con media remuneración. La propuesta fue rechazada por el sindicato, pero sirvió como termómetro del nivel de descomposición interna.

La firma es actualmente gerenciada por Maralac, una empresa venezolana que mantiene una opción de compra sobre la láctea, pero no ha inyectado fondos ni presentado un plan de reactivación. Desde su entorno apuntan directamente al entramado judicial de Vicentin como el principal obstáculo: “Las acciones quedaron atrapadas en el concurso de la cerealera, no hay traspaso formal ni garantía legal para capitalizar”.
En otras palabras: la crisis de Vicentin arrastra a una de sus compañías satélites. Sin dirección jurídica, sin apoyo financiero del holding y con una gerenciadora que opera a control remoto, el camino hacia la quiebra parece inevitable.
Los trabajadores denuncian maniobras para vaciar la empresa y forzar su cierre, lo que permitiría luego quedarse con los activos a precio vil. La alarma ya llegó a la Justicia, donde piden medidas preventivas y transparencia en las acciones de los socios y apoderados.
En total, la firma llegó a emplear a más de 500 personas de forma directa. Pero hoy, según relatan desde adentro, menos de la mitad conserva tareas y la gran mayoría está bajo licencia o en estado de suspensión encubierta.
El caso ARSA (Alimentos Refrigerados S.A.) puede transformarse en la primera firma del universo Vicentin en caer formalmente en la quiebra, mientras la cerealera madre sigue librando su propia batalla judicial con riesgo creciente de cramdown. En ambos escenarios, las dudas sobre maniobras fraudulentas, desvío de fondos y uso estratégico de los concursos para licuar pasivos están a la orden del día.
Por ahora, nadie da explicaciones claras. Desde Maralac aseguran que “sin el traspaso formal no hay posibilidad de inversión”. Desde Vicentin guardan silencio absoluto.
Lo cierto es que los trabajadores ya no esperan respuestas. Esperan intervención. “Esto no lo arreglan ni ellos ni nosotros. Hace falta que alguien mire lo que está pasando y actúe antes de que sea tarde”, dicen.
Con la renuncia de sus abogados, una directiva judicialmente restringida y la actividad completamente detenida, ARSA quedó a la deriva. Y si la historia se repite, Vicentin habrá sumado otra víctima a su entramado de promesas incumplidas y expansión sin cimientos.
Fuente: Ambito Financiero – SL24