“El momento es bisagra: o salimos a flote o nos hundimos”. Así definió Gustavo Delersnyder, práctico del Río Paraná, Salvage Master y consultor marítimo, la situación actual de la competitividad logística argentina durante su entrevista en Up River con Nicolás Carugatti y Jorge Metz.
Uno de los ejes principales de su exposición fue la suspensión del alijo en el km 171 por parte de ARCA, prorrogada por 10 meses. La calificó como un grave error estratégico:
“Prohibir los alijos en el km 171 es tirarse un tiro en los pies como país. Es logística mayoritariamente paraguaya y boliviana, pero Argentina participa. Sacar esa actividad encarece combustibles y quita eficiencia. Si no entendemos los circuitos logísticos regionales, estamos perdidos”.
Delersnyder explicó que permitir estas operaciones ahorra fletes, libera puertos de Buenos Aires para otras cargas y reduce costos logísticos. “En lugar de sumar eficiencia y captar cargas, vamos en sentido inverso”, lamentó.
La Aduana como freno al desarrollo
Otro punto crítico de su análisis fue la Aduana argentina, a la que definió como un actor que cobra en lugar de facilitar:

“La Aduana debe ser un facilitador del comercio exterior. Hoy en Argentina es un cobrador. Cobra servicios y recaudaciones que no tienen ninguna lógica productiva. Hay circuitos donde cobra en cabotaje nacional, cuando por definición no corresponde. Eso destruye la competitividad”.
Y agregó:
“En el mundo la Aduana es parte de la cadena de eficiencia. Acá es un costo más que no agrega valor real”.
Sobre costos, gremios y Marina Mercante
Delersnyder también cuestionó las ineficiencias portuarias:
“Hoy un apuntador cobra 1.100.000 pesos por seis horas. No discuto el salario, pero si es inviable para la exportación, algo está mal. Tenemos la misma cantidad de estibadores que cuando se cargaba a pala”.
Sobre la Marina Mercante, fue categórico:
“El número de tripulantes creció y los convenios están desfasados. No hay incentivos para trabajar a bordo. Si no hay un acuerdo inteligente entre armadores y gremios, no hay futuro. Venimos con un decrecimiento continuo”.
Describió un panorama preocupante: barcos con tripulaciones sobredimensionadas, barcazas que no son rentables fuera de la cosecha, trenes sin coordinación con puertos y una logística ferroviaria y fluvial encarecida por falta de visión estratégica.
Reformas urgentes o hundimiento
Delersnyder cerró su análisis con un mensaje claro para el sector y el Estado:
“Estamos en un punto bisagra. O salimos a flote con reformas estructurales y diálogo inteligente, o nos hundimos para siempre. La oportunidad es ahora. Mañana puede ser tarde”.