Hugo Moyano, su esposa Liliana Zulet, y el hijo de ambos, Jerónimo, recibieron la vacuna Sputnik V en las últimas horas.
Con ello pasaron a integrar ese selecto lote de “invitados VIP” a recibir las dosis que desató una tormenta en el gobierno y que impulsó el despido de Ginés González García al frente del Ministerio de Salud de la Nación.
El escándalo lo desató el periodista Horacio Vertbisky al admitir que también se había inoculado tras las gestiones que hizo el ahora ex funcionario peronista. Tanto uno y otro no integran el listado de “prioritarios” para ser vacunados.
Esta mañana, el sindicalista confirmó la información y lejos de mostrarse arrepentido y pedir disculpas, se justificó.
“Soy el presidente de una obra social, era casi obligado que me la dé”, explicó.
“Salió que yo estoy vacunado, pero estoy vacunado porque soy el presidente de las dos Obras Sociales y además por la edad que tengo”, agregó.
Y fue más allá al admitir que no formó “para nada parte de ninguna nómina de vacunados Vip; se está vacunando todo el personal que está al frente del Sanatorio Antártida (propiedad del gremio)”, remarcó.
Asimismo confirmó la vacunación de su esposa y su hijo menor. “Ellos trabajan en el nosocomio”.
El desparpajo de Hugo Moyano sólo se explica desde el análisis de una sociedad que permite este tipo de acciones impunes, y por la aceptación de los factores de poder, gobierno incluido, en permitir que situaciones de semejante inmoralidad sean perdonadas y entendidas, en todo caso, como una picardía.
El sindicalista forma parte de ese círculo íntimo al que el presidente Alberto Fernández acude. Cabe aguardar que así como echó sin miramientos al ministro de Salud, prescinda también del veterano camionero. Caso contrario, avalará la inmoralidad.