Muchas veces la lentitud exaspera.
Más aún cuando se comprueba que una acción debería ser más decidida y se deja trascurrir el tiempo sin mayor sentido.
Ejemplos, sobran, pero para el caso, nos remitiremos a la situación por la que atraviesa el Juzgado Laboral de San Lorenzo, donde el inmueble que ocupa (alquilado) no sólo quedó con dimensiones desproporcionada a su intensa actividad y tránsito de profesionales, empleados y usuarios del sistema judicial (proporcionalmente es uno de los tribunales más activos de toda la provincia), sino también por el pésimo estado edilicio en que se encuentra.
En septiembre pasado SL24 retractó tal situación a partir de la inquietud elevados por la delegación local del Colegio de Abogados de Rosario que conducen Gabriel Fillipini y María Gabriela Barrinat.
En resumidas cuentas, dicha propiedad necesita arreglos diversos, pues los revoques de techos y paredes se descascaran y las filtraciones de humedad son notorias.
Además, los metros cuadrados del sitio, uciado en la esquina de Dr Ghío y San Carlos, no son los suficiente para ejercer un servicio acorde.
Pilas de expedientes ocupa mucho lugar y se apoyan en el suelo (metros y metros de papel en una era virtual), lo que hace que sitios que podrían destinarse a otras actividades estén colmados por ese papelerío.
Otro rasgo de las anomalías que vienen sucediéndose en este Juzgado, y de las que su titular nada tiene que ver, son las condiciones en las que deben trabajar los abogados y sus clientes.
Ante la falta de espacios suelen improvisar una sala en el patio de la propiedad, y usan un parrilero como escritorio para firmar los escritos. Y cuando está muy “ocupado” ese lugar, optan por llevar algún banquito hasta casi la vereda.
Lo peor es que esto sucede desde hace ya mucho tiempo y tiende a naturalizarse. Para que eso no suceda bien valió la observación de la delegación local del Colegio de Abogados. Y la publicación de tal descripción en este medio, parecía que apurarían las tomas de decisiones, que de acuerdo a cualquier lógica, pasa por alquilar un nuevo inmueble.
Sin embargo, la falta de insistencia hizo que tal determinación se fuera posponiendo. La burocracia y los burócratas saben mucho de ello y siempre tienen una excusa para todo. Y si no la hay, la ensayan. Y si ni siquiera es así, optarán por el principio esencial de esta estructura: la negación y la ofensa.
Lenta, extremadamente lenta, la Corte Suprema de Justicia envió a un empleado a constatar todas estas observaciones recién en diciembre.
Y de acuerdo a lo sabido, recorrió otro inmueble para abalizar la posibilidad de un posible traslado del Juzgado.
Durante el transcurso de este mes nadie moverá un dedo, pues se está en plena feria, por lo que recién en febrero se deberá aguardar si ese funcionario quedó conforme con esa otra propiedad para disponer su posible traslado y luego convenir la firma de un contrato de locación. Claro que lo que uno, en un caso particular podría resolver en una semana, con mudanza inclusive, para las estructuras burocráticas del Estados puede llevar meses enteros.
Lenta, desesperadamente lenta, la Corte Suprema de Justicia seguirá tomándose sus tiempos aún a costa de saber que en las actuales condiciones en las que se halla el inmueble ocupado por el Jugado Laboral de San Lorenzo, hacer justicia no es tarea fácil, a pesar de los esfuerzos de su titular.
Cabe recordar que tanto Fillipini como Barrinat propusieron también un desdoblamiento de este Tribunal a raíz de la intensa actividad que despliega y que se calcula en unos 2.200 expedientes anuales.
El pedido es tan lógico como el último elevado y que consiste en que este Tribunal disponga de su turno durante la feria judicial de enero.
Es indefendible como para la Justicia, lo justo es impracticable y lo justo una moneda de todos los días.
Alguien de esa Corte Suprema de Justicia, encargado del departamento que corresponda para el caso, debería brindar una explicación para los miles de sanlorencinos y habitantes de localidades de su aglomerado que utilizan o están propenso a usar este Juzgado. Detallar por qué su inmueble llegó a estar en las actuales pésimas condiciones y por qué no puede resolverse una mudanza inmediata a un lugar más acorde.
Lenta, indignantemente lenta, la Corte Suprema de Justicia quizás decida un día de estos cumplir con lo que deben.