El juez federal de Rosario Carlos Vera Barros sostuvo que, por el nivel de libertad con que operan ciertos delincuentes desde el encierro para manejar las calles de Rosario, las cárceles no cumplen con la función primaria para las que fueron creadas. “La cárcel hoy no cumple ninguna función. Está visto que los peores delincuentes van presos, con mucho costo y desgaste, y siguen delinquiendo”, expresó en un mano a mano con Marcelo Fernández para el programa «Con sentido común», por CNN Radio Rosario (de lunes a viernes de 10 a 12).
—Como ciudadano y no puntualmente como juez, ¿qué está viendo en estos tiempos?
—Hay una espiral de violencia que no cesa y no se puede controlar. Hay mucho para empeorar si vemos lo que sucede en lugares como México. Y desde luego hay mucho para mejorar si vemos el caso de Medellín, por ejemplo. Hay mucho descontrol en la calle y en la cárcel. También vemos que hay mucha adicción, mucho abandono y exclusión social. Esas son situaciones que se deben atender. Cuando el Estado no reacciona ocurren puebladas que no son la solución, ni mucho menos. Es un panorama muy preocupante.
—¿Por qué no se controlaron las acciones desde las cárceles?
—Cuando vinieron a Rosario los ministros de la Corte Suprema y más de 300 jueces de todo el país, esto es algo que se reclamó. Fue un tema central. El presidente de la Corte, Horacio Rosatti, lo expresó en estos términos: “La cárcel no puede dominar la calle”. Por nuestra parte también marcamos el problema carcelario.
—¿Por qué no se ha podido solucionar ese problema?
—Indudablemente falta decisión política para hacerlo. Hay que terminar esa práctica, se debe usar tecnología para inhibir la señal de celular, al menos en los pabellones donde se encuentran los presos de alta peligrosidad. Está comprobado que se siguen cometiendo delitos.
—Servini de Cubría tuvo que denunciar a un ministro por la falta de acción para averiguar por una causa en Devoto… Es una mala señal para la sociedad que a un juez no le den bolilla.
—La cárcel como funciona hoy significa que las penas no sirven para disuadir, ya que está llena de presos. Tampoco sirve para su objeto primitivo, que es aislar al delincuente para que no cometa delitos. Desde luego que no reeduca. Incluso también pierde el valor simbólico con aquello de “el que las hace las paga”. La pena deja de tener función, ¿entonces para qué estamos los jueces y todo el sistema que está por debajo? La cárcel hoy no cumple ninguna función; está visto que los peores delincuentes van presos, con mucho costo y desgaste, y siguen delinquiendo.
—Con este panorama, entonces no tiene sentido que se anuncie la creación de una sede de la UIF en Rosario o que se cubran los cargos vacantes en la Justicia federal, entre otras cosas.
—No quiero maximizar la visión porque posiblemente el tratamiento de las adicciones sea prioritario en todo esto, pero desde el punto de vista penal la cárcel tiene que servir. Los delincuentes más pesados de la droga en Rosario están presos y, sin embargo, hay impunidad porque siguen delinquiendo desde la cárcel. Entiendo que eso pone en crisis la legitimidad del Estado de derecho, porque si empezamos a pensar que la Justicia no sirve para nada porque la pena no cumple su función se termina el Estado de derecho. Entonces aparecen las puebladas, las venganzas privadas… cosas que son realmente una pesadilla.
—Lo urgente es ir a las cárceles y recuperar la calle.
—Hay mucho para mejorar y podemos estar peor, eso es lo grave. Y marca la urgencia de intervenir. Ojalá se cubran las vacantes para empezar a solucionar. Pero sin dudas hay que cortar con la comunicación desde las cárceles y estar atentos para ver cómo evoluciona el delito, porque si le cortan el teléfono buscarán otro medio para comunicarse.
—Por el estado de precariedad en que se encuentra, ¿a la Justicia federal en Rosario hay que hacerla de nuevo?
—Es raquítica, muy pequeña y además está despoblada porque hay vacantes que no se cubren. Hay desidia en eso. Se iban a tratar hoy algunos pliegos en el Senado, pero me informaron que no habrá sesión por lo que seguirán esperando. Tenemos ocho vacantes sobre 24 cargos solamente en la jurisdicción de Rosario. Pero también hay vacantes en las jurisdicciones cercanas, lo cual recarga de trabajo a los jueces de Rosario, Venado Tuerto y San Nicolás. La imagen del atraso son los changuitos de supermercado llenos de expedientes judiciales.
—No se puede creer que haya solamente tres fiscales federales en Rosario.
—Los fiscales de causas provinciales, que tienen un número de causas mayor, son 80. Alguna relación tiene que haber. Tenemos tres fiscales cuando el crimen ha aumentado y se ha complejizado. También la demanda social, con justa razón, es enorme.
—Para comparar, ¿cómo está Córdoba en este aspecto?
—Más o menos parecido, pero no tiene la cantidad de causas de Rosario, que vive un fenómeno particular. Tiene una dotación de edificios muy superior a la nuestra. Históricamente el poder de lobby cordobés, que es muy conocido, es superior al santafesino. Basta con ver la Cámara Federal de Rosario, que está alojada en un edificio de departamentos, donde ocupa dos pisos. La Cámara Federal de Córdoba es un edificio en sí misma con todas las instalaciones pertinentes hasta tiene un restaurante. Es parecido a lo que ocurre en todo el mundo, no vayan a creer que eso es algo extraordinario.
—La excepción parece ser Santa Fe…
—Sí, Santa Fe ha sido muy castigada. Quizás ha faltado quejarse un poco más tanto desde las cámaras como del poder político. Es algo histórico. No se ha entendido la importancia institucional.
—¿Qué herramientas tiene el sistema democrático para ir contra aquellos funcionarios que no hacen lo que deben hacer?
—La orden del juez, de una forma u otra, se termina cumpliendo. Es inexorable. El incumplimiento de un funcionario de la orden de un juez finalmente tiene sanción, más tarde o más temprano. Eso ocurre y se puede ver a lo largo del tiempo.