En junio del año pasado, mientras el Congreso debatía la Ley de Bases, hubo escraches nocturnos frente a legisladores nacionales. Entre ellos, el que encabezó Martín Cerdera en plena madrugada contra el senador Eduardo Galaretto. La consigna era frenar “la ley contra los trabajadores”. Hoy, la realidad es otra: esa misma ley habilitó el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) y, con él, YPF llegará la próxima semana a San Lorenzo para anunciar USD 400 millones destinados a reconvertir la histórica refinería en una biorrefinería de tercera generación, con cientos de empleos y un horizonte industrial limpio y exportador para las próximas tres décadas.
Mientras ese cambio de escala se vuelve concreto, en la política local se reacomodan las piezas. El Movimiento Evita de San Lorenzo camina a ser la mayoría opositora en el Concejo tras cerrar un pacto con Esteban Arico para juntar al peronismo y asegurar el ingreso de una aliada de Cerdera. Es decir: el espacio que militó contra la Ley de Bases ahora se posiciona en el tablero institucional justo cuando los efectos del RIGI empiezan a verse en el Cordón Industrial con el regreso de YPF a la ciudad.

El contraste con la práctica territorial del Evita en San Lorenzo también es nítido. No registra antecedentes de fomento del trabajo ni de impulso a la producción local; su articulación actual es mantener un comedor que, con fondos provinciales, realiza ollas populares los sábados. Una lógica más cerca del asistencialismo que de una estrategia de desarrollo. En paralelo, la inversión que llega por RIGI ordena otra agenda: empleo privado formal, tecnología, exportaciones y un cambio de matriz en la refinería.
La cronología también resulta elocuente. Primero, los escraches contra la ley; después, el RIGI en vigencia; ahora, YPF con un proyecto que transforma un ícono de la desindustrialización en biorrefinería preparada para abastecer combustibles sostenibles para aviación, sin exigir cambios de motores y con reducción de emisiones. La ecuación es simple: sin Ley de Bases no hay RIGI; sin RIGI no hay inversión. Los hechos desmienten la épica del “no”.
Queda, entonces, una conclusión difícil de esquivar: la única norma que, en años, habilitó una inversión de escala real en la región fue la que se escrachó. Mientras tanto, el reordenamiento opositor en el Concejo —con el Movimiento Evita buscando mayoría a partir del acuerdo con Arico— corre por una vía secundaria frente al dato principal: San Lorenzo recupera su lugar en la industria, y lo hace por una ley que el mismo espacio rechazó. Datos, no opinión.