China sorprendió con una gran compra de soja en noviembre y otros tantos embarques en lo que va de diciembre, lo que ayudó a que la balanza comercial del mes pasado tuviera un superávit de 979 millones de dólares.
La noticia cayó bien tanto en el gobierno, en especial para engordar sus cuentas fiscales, como para los bolsillos de los productores, pero no así para el complejo sojero local que, en este caso, no dispone de un solo gramo para convertirlo en producto con valor agregado, ergo no genera producción, no produce ingresos y sostiene los costos de siempre; de esta manera tienen más argumentos para demostrar que cierran un año regular y proyectan un 2019 muy complejo.
Este panorama coincide con la retirada de China del mercado de soja estadounidense y la búsqueda de otros aliados, como Argentina y Brasil.
Durante la primera quincena de diciembre, las exportaciones de soja a China superaron las 550 mil toneladas, y entre los buques cargando y los otros nominados para las próximas dos semanas, hay un total de 530.000 toneladas esperando por arribar a los muelles, en su gran mayoría con destino al gigante asiático.
No es normal que en pleno mes de diciembre se exporte soja a China y menos aún por un total de un millón de toneladas, pero tal lo dicho, es resultante de la guerra comercial entre este país y Estados Unidos.
Lo cierto es que, también según lo expuesto, el hecho de exportar la oleaginosa en grano no genera, para esta región, algún rezago positivo para la masa trabajadora, aquella vinculada directamente con la carga y descarga en los muelles, pero el grueso hoy agrupado bajo el convenio de aceiteros, no solo que no se beneficia un ápice, sino que se perjudica con tal situación.
Fuente: Clarín
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