Por primera vez, un especialista radicado en Inglaterra y con práctica activa en derecho marítimo internacional analizó desde el Up River del Cordón Industrial el impacto real de las transformaciones globales sobre la logística fluvial y portuaria argentina.
Miquel Roca, abogado maritimista español, naturalizado británico y socio de un estudio con oficinas en Londres y Buenos Aires, participó del episodio 58 del programa Up River, donde repasó el estado actual del comercio marítimo, el efecto de las políticas laborales en la competitividad y el nuevo escenario de seguridad portuaria frente al narcotráfico.
Un mundo de menos armadores y más competencia
Roca explicó que el mapa global del transporte marítimo atraviesa un proceso de concentración sin precedentes: “En los años 80, entre Europa y el Lejano Oriente había más de 25 empresas de línea regular. Hoy quedan apenas cinco. Las economías de escala hicieron que los grandes jugadores se comieran a los chicos. Ahora los grandes armadores no solo operan buques, también compran puertos, operadores logísticos y transitarios. Quieren controlar toda la cadena”.
Desde su experiencia en Londres, donde asesora a navieras, operadores de fletamento y aseguradoras, el abogado remarcó que esta consolidación no es necesariamente negativa: “El mercado tiende a autorregularse. Mientras haya competencia y opciones, no hay problema. Lo importante es adaptarse. Si la industria va en esa dirección, lo que hay que hacer es acompañar el cambio, no resistirlo”.
La mirada sobre la Argentina: conflicto laboral y costos
Consultado sobre la realidad de los puertos argentinos, Roca fue directo: “Argentina sigue teniendo un nivel de conflictividad laboral altísimo. Y eso se traduce en demoras, detenciones, sobrecostos. No es un juicio de valor, es una constatación técnica. Si un país quiere volver a ser competitivo, tiene que encontrar un equilibrio entre los derechos laborales y la previsibilidad de las operaciones”.
El abogado recordó que en Europa ese proceso de equilibrio llevó décadas y no siempre se resolvió por consenso: “Reino Unido tuvo que atravesar su propio conflicto en los 80 con Margaret Thatcher, que enfrentó a los sindicatos portuarios y marítimos. Al final, se impuso la lógica del diálogo, pero también de la responsabilidad. La economía no puede quedar rehén de los bloqueos permanentes”.
“Lo último que quiere un armador es un barco parado o vinculado a la droga”
En uno de los tramos más contundentes de la entrevista, Roca abordó el problema de la seguridad marítima y el narcotráfico, una preocupación creciente en toda América Latina:
“Un barco parado es una pérdida económica enorme. Pero peor todavía es un barco vinculado a una operación de narcotráfico. Ningún armador quiere ver su marca asociada a eso. Por eso hoy están invirtiendo fortunas en seguridad, en controles, en tecnología y en equipos caninos que revisan las cargas antes de zarpar”.
El abogado destacó que los controles se han sofisticado en los últimos años: “Estuve en Guatemala, visitando la terminal de una empresa frutera. Tienen una unidad canina de nivel internacional. Los perros inspeccionan cada contenedor antes de embarcar. La empresa gastó millones, pero lo hace porque sabe que un solo escándalo puede destruir una reputación de cien años”.
En el mismo sentido, Roca señaló que la contaminación de carga con cocaína se volvió un riesgo operativo que condiciona la logística de la región: “Los países deben entender que no se trata solo de un problema policial, sino económico. Los armadores quieren puertos seguros, donde no haya que parar un buque quince días por una investigación judicial. En Londres, un día de detención puede significar pérdidas millonarias”.
El rol del Estado y la madurez institucional
Otro de los ejes centrales de la charla fue la diferencia entre los sistemas jurídicos: “El Reino Unido lleva siglos de estabilidad política, sin golpes de Estado ni cambios abruptos. Eso genera previsibilidad. Los jueces son los que hacen el derecho, no los políticos. En Argentina, en cambio, el exceso de legislación y la inestabilidad institucional hacen que cualquier conflicto termine en la justicia, y eso paraliza todo”.
Roca ilustró la diferencia con un ejemplo cotidiano: “En Inglaterra, un ministro dimite si usa la tarjeta oficial para pagar una película. O si llega tarde a una reunión. La responsabilidad política es inmediata. No se espera un fallo judicial. Y eso baja un mensaje a toda la sociedad: lo público se cuida”.
Esa cultura del cumplimiento —explicó— es lo que permite que la economía funcione: “Un país no es más rico por los recursos naturales, sino por la conducta de su gente. Si vos y yo acordamos una hora y llegamos puntuales, ya estamos construyendo institucionalidad. En Argentina hay talento de sobra, pero falta previsibilidad”.
El Brexit y la fortaleza del arbitraje inglés
Desde su oficina en Londres, Roca vive de cerca el impacto del Brexit y asegura que fue positivo para el ecosistema marítimo: “Se dijo que iba a ser el fin del arbitraje en Londres, pero ocurrió lo contrario. Desde el Brexit se radicaron más de 40 mil nuevas empresas marítimas en Reino Unido. La gente busca seguridad jurídica. En Londres se hacen más de 3.500 arbitrajes marítimos por año. En Argentina o en España, uno o ninguno”.
El especialista subrayó además que la ley inglesa domina los contratos de fletamento, construcción y reparación naval: “Nos guste o no, el derecho marítimo mundial habla inglés. Los clientes quieren previsibilidad. Si el mercado elige Londres, hay que entender por qué y adaptarse”
Bandera, competencia y supervivencia
Otro tema que abordó fue la polémica sobre las banderas de conveniencia, a las que definió como “banderas de supervivencia”:
“No son un truco, son una válvula de oxígeno. Si un país impone costos insostenibles y regulaciones que espantan a los armadores, el resultado es obvio: se van a registrar en Liberia o Panamá. En España, el registro de buques de Madrid tiene cero barcos. Por eso hicieron un segundo registro en Canarias. En lugar de reformar el sistema, lo duplicaron para que funcione”.
Para Roca, el error de muchos países es demonizar la competencia: “El problema no son las banderas de conveniencia, sino las políticas que las hacen necesarias. La industria necesita respirar. Si la asfixiás con impuestos y conflictos, se va”.
Tecnología y arbitraje digital
El abogado también se refirió al impacto de la inteligencia artificial en la práctica jurídica: “Hoy un arbitraje marítimo se puede hacer completo por videoconferencia, sin que las partes viajen. Pero ya hay un paso más: el primer estudio jurídico del mundo sin humanos está en Londres. Todo lo hace una IA. Recibe los documentos, prepara los escritos y los presenta ante los tribunales. Está aprobado por la Law Society”.
A su juicio, esto marcará un antes y un después en la profesión: “Los jueces ingleses están abiertos a incorporar la tecnología. No esperan a que el Parlamento dicte una ley. El sistema se adapta. Esa flexibilidad es lo que mantiene a Londres como la capital jurídica del comercio marítimo mundial”.
Inmigración, cohesión y futuro europeo
Roca, que vivió de cerca el Brexit y los cambios migratorios en Europa, también analizó la crisis social que atraviesa el continente: “El Reino Unido tiene más de 300 tribunales que aplican la ley Sharia. Es un problema muy grave. No tenemos un conflicto de inmigración, tenemos un conflicto de integración. El inmigrante latino se adapta, trabaja, aprende el idioma. El musulmán, no. Y eso genera tensiones que, si no se corrigen, pueden llevar a una guerra civil en 15 años”.
El abogado advirtió que el desbalance demográfico y la falta de políticas firmes está alterando la esencia cultural europea: “Hoy vas a París, a Londres o a Barcelona y ya no se parecen a sí mismas. La identidad se diluye. La democracia británica es muy madura, pero también tiene sus límites. La próxima elección de 2027 puede marcar un cambio profundo”.







