Seguridad en la navegación

Prácticos defienden su rol: el costo de su servicio es mínimo frente al valor total de los fletes marítimos

Prácticos defienden su rol: el costo de su servicio es mínimo frente al valor total de los fletes marítimos

En un seminario regional sobre practicaje, especialistas remarcaron que el servicio pesa apenas centésimas en el costo logístico, pero resulta clave para la seguridad, la previsibilidad y la competitividad exportadora de la Argentina.

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En un seminario regional sobre practicaje, especialistas remarcaron que el servicio pesa apenas centésimas en el costo logístico, pero resulta clave para la seguridad, la previsibilidad y la competitividad exportadora de la Argentina.

Con sala colmada en el auditorio del Centro de Capitanes de Ultramar y Oficiales de la Marina Mercante, se desarrolló el seminario “El practicaje y su impacto en la competitividad”, que reunió a prácticos de Argentina y Uruguay, armadores, cargadores, gremios, y autoridades de la Armada y Prefectura Naval. El invitado central fue el brasileño Otavio Fragoso, ex vicepresidente de CONAPRA e IMPA, presentado por John Ryan y Pablo Pineda, presidente y secretario de la Cámara de Actividades de Practicaje y Pilotaje.

Fragoso planteó un mensaje incómodo para quienes suelen usar el tema como bandera política: el practicaje pesa centésimas en el costo logístico, pero es decisivo para la seguridad, la continuidad operativa y la competencia leal. “Aunque fuera gratis, el efecto sobre el precio final de los productos sería insignificante”, aseguró, al tiempo que advirtió que el verdadero debate no es el precio, sino el control y la independencia técnica del servicio. Recordó que el practicaje es obligatorio, con número limitado de profesionales y coordinación unificada por zona para evitar conflictos de interés y garantizar disponibilidad permanente. En su mirada, el cliente final del servicio no son los armadores, sino la sociedad, porque lo que se juega es evitar accidentes, derrames y paradas de puerto que impactan en toda la economía.

Los números que presentó fueron contundentes. En un estudio realizado junto a una universidad brasileña, se compararon exportaciones de soja desde puertos argentinos hacia destinos como Rotterdam y Tianjin. El peso del practicaje en el flete fue ínfimo: en Quequén representó entre 0,41% y 0,57%, en Bahía Blanca entre 0,78% y 1,06%, y en el Gran Rosario, por la mayor extensión del trayecto, llegó a un rango del 5,77% al 7,95%. Incluso así, aclaró, sigue siendo marginal frente a los verdaderos determinantes del costo logístico como el flete internacional, las demoras y los calados.

El expositor también advirtió sobre la tendencia recurrente en países en desarrollo de cuestionar al practicaje con cada cambio de gobierno, presentándolo como un “botón rápido” para dar la idea de acción económica. “Se exageran remuneraciones o se acusa de encarecer costos, cuando en realidad el único que paga es el armador, y el impacto sobre el resto de la cadena es mínimo”, señaló. También alertó sobre intentos de integrar a los prácticos bajo la órbita de terminales o armadores. La promesa es bajar costos, pero la consecuencia sería debilitar la imparcialidad de quienes tienen que tomar decisiones de riesgo altísimo.

Fragoso repasó modelos de practicaje público y privado en el mundo y fue categórico: no hay evidencia de que un esquema estatal abarate el servicio, y cuando las tarifas no cubren costos aparecen subsidios que terminan pagando todos. Para él, la clave pasa por una regulación estatal robusta, transparencia en la tarifa y estándares técnicos sólidos.

En rutas restringidas como el Paraná–Río de la Plata, fue claro: los prácticos son insustituibles. La disponibilidad constante y la coordinación unificada no son un privilegio, sino un requisito operativo. Y mirando al futuro, apuntó a la necesidad de publicar métricas de desempeño, transparentar los costos y coordinar el eslabón del practicaje con dragado y calados, porque allí está el verdadero margen para mejorar la competitividad.

El seminario cerró con una conclusión que se resume en pocas palabras: el practicaje no define la competitividad por precio, pero la habilita por seguridad, previsibilidad y competencia leal. Y en un país que vive de lo que exporta, eso no es un detalle: es condición de posibilidad.

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