Según el parte oficial, a las 10:15 de la mañana el personal policial realizaba patrullaje preventivo cuando observó a un hombre cargando cereal con una pala, un escobillón y un balde en la caja de una pick-up blanca. Al notar la presencia de los uniformados, intentó guardar los elementos y retirarse rápidamente. No pudo explicar de manera convincente el origen del cereal ni justificar su accionar, por lo que fue aprehendido y trasladado a sede policial. Se secuestraron maíz, sorgo y las herramientas utilizadas.
Esta detención se suma a una serie de procedimientos previos vinculados al robo de cereal en los accesos a los puertos. El 24 de octubre, un allanamiento en Puerto General San Martín terminó con la detención de R. O., de 55 años, y el secuestro de una camioneta RAM, palas, hierros para abrir boquillas de camiones, bandejas, bolsas de cereal y otros elementos directamente vinculados a la maniobra. Días después, el 3 de noviembre, dos individuos —uno de ellos menor de edad— fueron sorprendidos en Ruta 11 y Presidente Perón recolectando soja derramada tras un boquilleo. Se movilizaban en moto y llevaban bolsas de arpillera, por lo que también fueron aprehendidos.

La secuencia confirma lo que el sector logístico, la policía y los intendentes vienen denunciando hace años: el boquilleo no es un delito aislado, sino una actividad organizada que involucra a quienes roban cereal de los camiones, a quienes lo acopian y a quienes lo blanquean en el circuito formal. Según estimaciones del sector, estas estructuras criminales mueven más de un millón de dólares por año.
Los puntos donde ocurren estas maniobras están identificados y fueron denunciados en reiteradas oportunidades. Aun así, la actividad persiste y afecta a camioneros, productores, empresas y a toda la cadena agroexportadora. La detención de este sábado vuelve a exponer un problema que requiere una estrategia sostenida y una presencia estatal permanente para desarticular esta red delictiva que opera a plena luz del día.






