El gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, ofreció un extenso reportaje a Marcelo Fernández para la señal de streaming Fisherton Plus, un canal dedicado a la política, economía y negocios. Durante la entrevista, Pullaro habló de su vida personal, su gestión y los desafíos que enfrenta como gobernador. Consultado sobre su círculo íntimo, afirmó: “Soy un hombre que no tiene amigos. Mi vida es mi familia, voy de mi casa al trabajo”. Esta declaración surge tras ser interrogado sobre la difícil decisión de sacar a su familia de Rosario debido a las amenazas de las bandas narcoterroristas que controlaban las calles de la ciudad.
El título de esta nota remite a la famosa frase del General Perón, quien en 1945, en días críticos, pedía calma a los trabajadores para evitar la violencia en las calles. El paralelismo entre Pullaro y Perón puede encontrarse en los valores y principios que ambos defienden. Los dogmas del peronismo, similares a los religiosos, encuentran una conexión con Pullaro, un ferviente católico que se muestra frecuentemente practicando su fe tanto en iglesias católicas como evangelistas.
Desde joven, Pullaro milita en el radicalismo y ha sido testigo de los distintos procesos de un partido que busca liderazgos con coraje para impulsar gobiernos transformadores. Aunque en el plano económico esos logros han sido esquivos a nivel nacional, el radicalismo ha brillado en gestiones republicanas y en decisiones valientes frente al poder. Raúl Alfonsín, sin duda, encarna esa valentía como el presidente más corajudo desde el retorno de la democracia, enfrentando a las juntas militares que todavía operaban en cada rincón del Estado.
Pullaro, cercano a la familia Alfonsín desde su adolescencia, absorbió esos ejemplos de coraje y los aplicó en decisiones de gran sensibilidad durante su gestión, como la renovación de la Corte Suprema y el cambio del régimen de la caja de jubilaciones.
En la entrevista, se mostró sólido y con amplio conocimiento de los resortes del Estado provincial. Consultado sobre sus aspiraciones políticas nacionales, fue claro: “No estoy preparado para la política nacional. Cuando fui candidato a gobernador, sabía que era el más preparado de todos y que tenía los conocimientos para asumir la responsabilidad. Estoy tan convencido que duermo toda la noche como un bebé”.
A sus 50 años, Maximiliano Pullaro ha dejado de ser “El Maxi” para la vieja guardia del radicalismo y se perfila como un dirigente que podría cambiar para siempre el estigma del partido de Yrigoyen. Su desafío ahora es consolidar una gestión que, de concretarse con éxito, podría posicionarse como una de las mejores gobernaciones en la historia reciente de Santa Fe.