Editorial

Refinería San Lorenzo y Vicentin las muestras mismas de una Argentina inviable

Por Nicolás Carugatti

Ambas empresas fueron emblemas de un país pujante que exportaba al mundo energía y alimentos y que tuvieron en el Cordón Industrial tierra fértil para desarrollarse y crecer hasta encontrar su final en menos de 100 años, producto de un país inviable.

La refinería San Lorenzo comenzó su vida como una empresa del estado dentro del grupo YPF, este complejo industrial fue pensado para abastecer de combustible al NEA a lo que se sumaba una estación fluvial que permitía traer combustible de otras refinerías del país. Esta lógica estratégica que pensaba a la Argentina como un país productivo y extendido en todo su territorio se fue destruyendo, el aporte de Carlos Menem con la privatización de YPF fue el principio del fin de la refinería San Lorenzo.  El primer grupo empresario en tomar el control de la refinería fue la empresa SL del grupo Perez Companc que a los pocos años vendió, en una suma muy superior a la que había pagado al estado nacional, a la empresa brasilera Petrobras. Como en el país todo baila al ritmo de los amigos del poder, en épocas de los Kirchner el que tomó el control de las operaciones de Petrobras en Argentina y por consiguiente el manejo de la Refinería San Lorenzo fue el empresario ultra kirchnerista Cristobal López.

López cayó en desgracia en 2016 en pleno gobierno de Mauricio Macri, el empresario del sur terminó detenido por una causa de evasión impositiva que puso a la empresa Oil Combustibles en cesación de pagos complicando las operaciones de la Refinaría San Lorenzo, la justicia contaminada por la política nacional tuvo una mirada centrada en la lógica de la opinión pública de Capital Federal mandando a la histórica refinería a la quiebra convirtiendo las instalaciones en un cementerio de fierros de un país que quiso ser y no pudo.

Hoy Vicentin se encuentra en una situación muy similar a la de la Refinería San Lorenzo con el final antes descripto. A diferencia de Oil Combustibles los problemas de la empresa agroalimentaria tienen su origen en errores de administración financiera como principal causante de la situación que la empujó a suspender los pagos y terminar en un concurso de acreedores. Un concurso de acreedores en un país normal es una instancia que permite a los empresarios salvar la empresa reprogramando los pagos para poder continuar con las operaciones. El concurso de Vicentin no tuvo nada de normal, en primer lugar el boicot del Banco Nación clave para evitar el concurso que con una armando financiero de  reestrucción de pagos podía permitir a la empresa continuar las operaciones, seguido al Banco Nación vino el anuncio de expropiación del presidente Alberto Fernández, medida que debió suspender por las masivas movilizaciones sociales en todo el país en plena pandemia de COVID en 2020.

El concurso de Vicentin deja expuesta a toda la corporación judicial de la provincia, que quedó desnuda y dejando a cielo abierto sus agujeros vulnerables de independencia. La baja calidad institucional de Santa Fe no permitió garantizar un proceso sano que permita en el menor tiempo posible que los acreedores puedan cobrar sus deudas y todos los trabajadores de Vicentin tengan garantías de continuidad laborar sin tener que estar casi 4 años con incertidumbre y con el reloj detenido de sus propias carreras profesionales.

La resolución del Juez Lorenzini deja a la empresa Vicentin al borde de la quiebra. Esta situación es un espejo a la vivida con la quiebra de la Refinería San Lorenzo ojala no termine igual. Pero en un país inviable no puedo ser más que pesimista.

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