"No peligran puestos de empleo"

Reguera apuntó a las cerealeras chinas: «Sólo les interesa exportar semillas sin procesar»

El líder del Sindicato Aceitero evaluó la caída de los niveles de producción de aceites y harina, y el aumento de la capacidad ociosa en el complejo sojero. Y también lo atribuyó al incremento de tarifas e insumos


Desde el Sindicato de Obreros y Empelados Aceiteros (SOEA) del departamento San Lorenzo elaboraron un cuadro de situación sobre el informe difundido recientemente por el Ministerio de Agroindustria y consultoras del sector acerca de la abrupta caída en los volúmenes de la molienda de soja y el consecuente crecimiento del embarque de grano sin procesar.

Pablo Reguera, secretario general de la entidad obrera, atribuyó esta caída de la industrialización “al incremento del 700 al 1000 por ciento en los costos de las tarifas y de los insumos, desde hace tres años, para las empresas el sector aceitero”.

Y agregó que, en base a tal situación, “hoy el procesamiento de la semilla implicaría poner en marcha la maquinaria y eso tiene un costo muy alto”.

La consulta respondió a los datos que reflejaron que durante los primeros siete meses del 2020, la venta de productos con valor agregado, como la harina o el aceite, se precipitó un 21 por ciento respecto a igual período del año anterior, que también tuvo una considerable baja respecto a 2018.  “Hay algunas empresas que se encargan únicamente de exportar granos. Hace rato que las aceiteras vienen denunciándolo”, señaló en diálogo con SL24.

La exportación del grano sin procesar esbozó un crecimiento del 16,4 por ciento en igual período comparado al año anterior. Números que reflejan la tendencia que expone el complejo sojero agroindustrial más importante del país en relación a la primarización de sus embarques.

“Los trabajadores nos dicen que las empresas marchan a un 50 ó 60 por ciento de su producción, mientras que el resto se trata de exportar (SIC). Tenemos muchas empresas chinas que se asentaron en el Cordón Industrial a las que sólo les interesa llevarse la materia prima”, denunció.

El sindicalista reconoció la necesidad que las empresas «sigan moliendo» porque de esa manera no solamente generan trabajo, sino también extienden una cadena de producción que le sirve al país. «Así se venden las harinas por un lado, los aceites por otro, y también la lecitina y el aceite de soja que se convierten en biocombustible. Todo ese proceso genera mucho más laburo”, aseguró.

Sin embargo negó que peligren puestos de trabajo por esa capacidad ociosa que experimentan las terminales por la reducción de los índices de molienda de soja.

A cambio, aceptó la pérdida del poder adquisitivo del trabajador aceitero.

“En algunas mesas de negociaciones los empresarios manifestaron que corrían el riesgo de poner en marcha y romper una máquina que cuesta 30 ó 40 millones de dólares, mientras otros van y compran acciones en Leliq y Lebac y ganan el 70 por ciento sin tener personal a cargo. No obstante entendemos que no peligran las fuentes laborales; en 2014 ó 2015 logramos que un trabajador de categoría máxima, con turno y todos los chiches, ganase hasta 2.800 dólares de sueldo, pero hoy el que mejor puede ganar debe rondar en los 1.200 dólares”, comparó.

“El actual gobierno trata de frenar las tarifas para que aquella empresa que quiera producir pueda poner en marcha sus maquinarias. El freno en las tarifas de energía ofrece más posibilidades. Si por costos a las empresas les conviene vender el aceite por un lado, la harina por otro, la lecitina y el biocombustible, sin dudas que van a arrancar”, especuló el sindicalistaaa.

“Conocemos la ideología del actual gobierno, que es producir y producir. Siempre va a salir materia prima, aunque se trabaja para que salga la menor cantidad”, justificó Reguera en apoyo a la gestión de Alberto Fernández.

“El mundo está caído comercialmente y todos tratan de comprar lo menos posible. Nos quejamos en la Argentina, pero se trata de un problema mundial. Ojalá que la pandemia pase lo más rápido en Europa y Asia porque son clientes que nos compran. Allí sí se genera laburo. A nosotros nos gusta que las plantas funcionen entre 290 y 300 días del año. Y así como viene, la semilla rápidamente se va. No tiene mucho tiempo dentro de una fábrica. La acopian en un depósito y después la cargan arriba de un barco”, concluyó.

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