La salida de Gutiérrez no es un dato menor para el sistema judicial provincial ni para la política santafesina. Durante más de dos décadas fue uno de los hombres de mayor peso dentro del máximo tribunal y su firma quedó ligada a uno de los expedientes más complejos y extensos de la historia reciente: el concurso de Vicentin.
La influencia de Gutiérrez en el caso fue decisiva. La Corte protagonizó una medida inédita al intervenir el proceso mediante un avocamiento excepcional antes de que el juez de Reconquista, Fabián Lorenzini, emitiera sentencia de homologación. Aquella decisión, sin precedentes en la provincia, paralizó el expediente, desplazó transitoriamente al magistrado y abrió una nueva instancia de revisión política y judicial sobre el proceso concursal.
Tras aquel episodio, el expediente regresó a Lorenzini, quien finalmente decidió no homologar la propuesta de pago presentada por la empresa. La Cámara de Apelaciones de Reconquista sí avaló la oferta, pero el capítulo volvió a escribirse en la Corte Suprema provincial, que otra vez la desestimó por considerarla abusiva en relación con los acreedores de mayor peso, atendiendo el planteo de la firma Grassi.
Hoy el concurso avanza hacia el final del cramdown y todo indica que, más temprano que tarde, volverá a llegar al máximo tribunal santafesino para un cierre que podría terminar derivando en la Corte Suprema de la Nación.
Su retiro, en rigor, abre una transición clave para un expediente que en febrero cumplirá seis años, y también para el funcionamiento institucional del Poder Judicial. Pullaro venía preparando el terreno político para acelerar su salida. La renuncia —aunque con fecha diferida— desactiva por ahora el conflicto, pero deja planteado un reordenamiento interno en la Corte que impactará en una de las causas económicas más trascendentes de Santa Fe.






