El peronismo santafesino decidió repetir la fórmula que mejor resultado le dio en los últimos tiempos: ir todos juntos.
Después de haber logrado un triunfo en las elecciones de constituyentes, concejales e intendentes en 2025, la máxima del fútbol se impuso a la política: “equipo que gana, no se cambia”.
Así, con un delicado equilibrio de intereses y liderazgos, el justicialismo vuelve a presentarse unido para competir en la elección de diputados nacionales.
Pero como suele ocurrir en el peronismo, cada unidad tiene su precio. Y en este caso, las heridas no tardaron en aparecer.
Tal vez el más afectado por este nuevo armado fue el diputado nacional Eduardo Toniolli y su espacio político, el Movimiento Evita, que se vio desplazado en los lugares de decisión.
El problema no es nuevo: cada acuerdo que busca “ordenar” al peronismo termina dejando a alguien afuera. Lo que cambia es cómo reaccionan los excluidos.
Militancia real vs. militancia digital
La verdadera radiografía política no está en los comunicados ni en los videos de campaña: está en el territorio.
Y allí, en el Cordón Industrial, se observa con claridad quiénes siguen sosteniendo con militancia y estructura la candidatura de Caren Tepp y quiénes prefieren mirar desde la tribuna.
En toda la región, solo dos dirigentes decidieron poner el cuerpo en la campaña: Carlos De Grandis y Armando Traferri.
Ambos representan una generación de políticos con experiencia, pragmatismo y resultados, que entienden la política como un ejercicio de gestión y cercanía, no como una competencia de likes o reels.
En cambio, muchos de los nuevos referentes peronistas parecen más cómodos frente a una cámara de celular que frente a un comité o una unidad básica.
Hacer videos para las redes es más fácil que caminar los barrios o cerrar acuerdos territoriales. Pero la política no se construye con hashtags.
San Lorenzo, una lección olvidada en tiempo récord
El caso de San Lorenzo es un ejemplo perfecto de acuerdos que funcionaron y se olvidaron rápido.
Los concejales Esteban Aricó, Martín Cerdera y Roció Petrillo (quien asumirá en diciembre) no realizaron una sola acción pública de campaña en apoyo a Caren Tepp o Agustín Rossi.
Un silencio llamativo, especialmente si se tiene en cuenta que los acuerdos partidarios en la ciudad —sellados bajo la conducción de Armando Traferri— fueron los que evitaron que el peronismo volviera a ser arrasado por el oficialismo local, que tuvo que compartir votos con La Libertad Avanza.
La paradoja es evidente: quienes se beneficiaron de la estructura y los acuerdos del partido en San Lorenzo hoy parecen haber olvidado de dónde vino ese respaldo.
La memoria política a veces es corta, sobre todo cuando se confunde independencia con desagradecimiento.
Unidad la única clave para competir
La unidad del peronismo siempre fue más un desafío que una virtud.
Se construye a fuerza de equilibrios, de liderazgos que se toleran y de compromisos que se cumplen… o se rompen.
Y si bien el acuerdo provincial parece sólido en los papeles, el verdadero termómetro estará en la militancia territorial: en quién camina, quién acompaña y quién sólo se saca la foto.
El peronismo del Cordón Industrial todavía conserva dirigentes que entienden esa lógica.
De Grandis y Traferri son, hoy, los únicos que sostienen en la práctica el compromiso con el proyecto provincial y nacional del justicialismo.
El resto, por ahora, sigue ocupado perfeccionando su próxima historia de Instagram.
Nada fuera de la lógica de la política: los acuerdos se firman en la mesa, pero se sostienen en la calle.
Y como siempre, el tiempo se encargará de mostrar quiénes fueron socios de ocasión… y quiénes verdaderos compañeros de ruta.