Gen emprendedor

Tuvo seis remolcadores, 50 tripulantes y malas decisiones de Pepe Mujica lo obligaron a cerrar su empresa

Tuvo seis remolcadores, 50 tripulantes y malas decisiones de Pepe Mujica lo obligaron a cerrar su empresa

Carlos Carlos Schinoni a la derecha, Nicolás Carugatti al centro y Jorge Metz a la izquierda de la pantalla
El emprendedor argentino Carlos Schinoni repasó en Up River su historia en la industria naval, desde el crecimiento de su naviera al servicio de ANCAP hasta el derrumbe por una decisión política del gobierno de José Mujica.

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El emprendedor argentino Carlos Schinoni repasó en Up River su historia en la industria naval, desde el crecimiento de su naviera al servicio de ANCAP hasta el derrumbe por una decisión política del gobierno de José Mujica.

Carlos Schinoni tenía una empresa naval con seis remolcadores, lanchas de prácticos, mulitas de puerto y más de 50 tripulantes. Su firma movía todo el combustible de la petrolera uruguaya ANCAP entre Montevideo y Paysandú. Durante más de una década, operó con eficiencia, cumpliendo -y hasta sobrecumpliendo- todas las normas técnicas para el transporte de hidrocarburos. Pero un día, todo se vino abajo.

En una entrevista íntima y emotiva en el episodio 36 del ciclo Up River (Fisherton Plus), conducido por Nicolás Carugatti y Jorge Metz, Schinoni reconstruyó ese camino. El final de su empresa no fue por una mala administración, sino por una decisión política: la caída del contrato de construcción del puerto regasificador de Montevideo, obra vinculada al escándalo de corrupción de la constructora brasileña OAS, elegida por el entonces gobierno del presidente José “Pepe” Mujica.

“Anularon un contrato de 2.200 millones de dólares, nunca supimos por qué. Nosotros teníamos contrato firmado por tres años. Fue una decisión política. Las consecuencias fueron devastadoras”, relató.

El proyecto regasificador fue uno de los grandes fracasos de política energética del progresismo uruguayo. Como reveló el medio Crónicas de Montevideo, OAS fue seleccionada de manera polémica para una obra millonaria que nunca se concretó, y que dejó al Estado uruguayo comprometido, al igual que a decenas de proveedores.

“Tuvimos que cerrar. Mi socio enfermó. Yo estoy retirado, viviendo de mis ahorros. Fue muy duro, invertimos millones y nunca vimos el resultado”, contó Carlos, quien también fue presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de la provincia de Buenos Aires y uno de los fundadores de la Cámara de Servicios Portuarios.


El gen emprendedor, una llama que no se apaga

Aunque hoy no tiene una empresa en pie, Schinoni no ha perdido su espíritu emprendedor. Desde joven supo que su vocación era crear, invertir, hacer. Fundó su compañía con esfuerzo, lideró gremios empresariales, fue invitado a disertar sobre sus éxitos y fracasos en universidades y mantiene intacta su capacidad de generar ideas.

“Siempre me salió de adentro, ese fuego sagrado de crear. Yo quería tener una empresa naviera. Lo logré”, afirma con orgullo. “No importa cómo terminó. Lo importante es haberlo hecho. No me guardé nada.”

Carlos no se victimiza. Habla con serenidad, incluso cuando recuerda cómo se desmoronó el proyecto. “Lo que más duele es no haber podido trascender. Es como cuando una idea no tiene continuidad institucional, y las empresas quedan atadas a la coyuntura. Eso pasa mucho en Argentina y también en Uruguay”.


La importancia de contar también los fracasos

Durante la entrevista, Schinoni se sinceró sobre un aspecto que pocos empresarios exponen: el efecto personal y familiar del derrumbe empresarial. “Esto generó problemas de salud. A veces la gente no ve el otro lado del mostrador, no sabe lo que es tener que cerrar una empresa después de haber apostado todo”, relató.

En un país donde se suele demonizar al empresario pyme, la historia de Schinoni sirve como espejo. “Siempre se cree que el que está en un remolcador gana en dólares y navega tranquilo. Pero emprender en la Argentina y en Uruguay es difícil. Hay voracidad del Estado, voracidad gremial, falta de reglas claras”, resumió.

Su testimonio también interpela a la educación. “Cuando fui a hablar a la Universidad de Córdoba, les dije a los alumnos de Derecho: no les voy a hablar de leyes, les voy a hablar de mis fracasos. Y eso fue lo que más les gustó”, recordó.


Sueños nuevos, ideas en camino

Hoy, Carlos sigue soñando. “Tengo proyectos. Hay tanto para hacer en el sur argentino. El norte ya está saturado, pero hay mucho potencial para puertos, para sacar gas de Vaca Muerta, para transportar arena por agua en lugar de en camiones. Todo eso lo propusimos hace años”, comentó.

Con la mirada puesta en el futuro, se ilusiona con volver a aportar su experiencia: “La actividad necesita transformación. Necesita gente que sepa, que haya liderado equipos, que haya estado en el barro. Yo sigo con ideas, sigo con ganas. No todo está perdido.”