Este martes no es un día más. Es una jornada donde la calle vuelve a ser el escenario de disputa, donde la épica se entrelaza con la presión, y donde la violencia como método político asoma peligrosamente en el horizonte. Los cortes y movilizaciones que se desarrollan en Rosario y el Cordón Industrial remiten a los momentos más tensos de la historia reciente, con la diferencia de que hoy el poder no está en manos del kirchnerismo, sino en su contra.
Mientras tanto, en el otro extremo del tablero político, La Libertad Avanza y Unidos para Cambiar Santa Fe muestran números contundentes: juntos concentran más del 65% de intención de voto en la provincia, según las últimas proyecciones. Una cifra que marca la nueva correlación de fuerzas en la política santafesina, y que apunta con claridad al objetivo mayor: las elecciones de 2027.

Javier Milei y sus referentes en Santa Fe saben que para consolidar un proyecto de transformación profunda deben avanzar con territorialidad, ganar músculo político y evitar que la narrativa del pasado vuelva a capturar la escena. Y ese es el trasfondo de una jornada como la de hoy: marcar la cancha.
Lo que está en juego no es solo el presente, sino el diseño del futuro. La disputa simbólica sobre quién representa a los trabajadores, quién defiende la producción y qué modelo económico se debe seguir será cada vez más intensa. La narrativa kirchnerista de “resistencia” buscará instalarse frente a una ola de reformas que muchos sectores consideran imprescindibles para que la Argentina vuelva a crecer.
Pero resistir no es lo mismo que convencer. Y movilizar no siempre implica sumar votos. El kirchnerismo se enfrenta al dilema de cómo reconvertirse en un contexto donde sus viejos métodos ya no generan el mismo efecto. En cambio, el oficialismo nacional apuesta a consolidar una mayoría silenciosa que, sin piquetes ni megáfonos, ya dio señales claras en las urnas.

El 2027 parece lejano, pero ya empezó. Cada posicionamiento cuenta. Cada marcha, cada discurso, cada votación, son eslabones de una cadena que se extiende hacia el próximo gran hito electoral. Y hoy, Rosario y Santa Fe están en el centro de esa construcción.