Les dieron la bienvenida

Viajaron más de 2300km en su chata y se la robaron en el ingreso a Rosario

Los protagonistas de este hecho es Julián, un rosarino que hace 5 años vive en Bolivia, y su pareja boliviana. Llamaron a la policía pero nunca llegó. Cuando pudieron acercarse hasta la Comisaría 24°, se enteraron que la sede policial no cuenta con línea telefónica.

La pareja decidió vacacionar este verano en Argentina y hacer base en la cuna de la bandera para visitar familiares, como lo hacen habitualmente, pero esta vez vinieron en su camioneta.

Todo venía saliendo tal cual lo planeado hasta el pasado martes 7 de febrero, el último día de sus vacaciones. Luego de visitar Mar del Plata y otras playas de la Costa Atlántica, hacían una última parada en Rosario antes de retornar. Agobiados por el calor, decidieron pasar la tarde en la Playa de la Reserva Natural de Granadero Baigorria, un lugar que habían visitado en ocasiones anteriores y que elegían por su tranquilidad.

Hasta allí llegaron alrededor de las 4 de la tarde, cuando el termómetro superaba por varios grados los 30. Estacionaron su camioneta Honda CRV, con patente boliviana, sobre calle Estrada, en la bajada para acceder a la playa y al conocido restaurante El Destino. Al poco tiempo de llegar y luego del primer chapuzón en el Paraná, Julián decidió ir hasta la chata a buscar su celular, que se había olvidado dentro del vehículo. Sin embargo, cuando llegó al lugar donde la habían estacionado, ya no estaba.

“Pensamos en un principio que quizás se la había llevado la grúa, pero no. No había guardias, no había nada. Llamaron a la policía los chicos de la reserva pero nunca llegó. Estuvimos parados sin saber qué hacer y nunca apareció la policía”, contó Sabrina ya desde Santa Cruz de la Sierra, el principal centro comercial, financiero e industrial de Bolivia. E

n medio de la desesperación, personal de la Municipalidad concurrió al lugar para avisar que la camioneta en cuestión no había sido acarreada por la grúa y fueron los encargados de trasladar a las víctimas del robo hasta la sede de la policía porque en la Comisaría no tenían teléfono fijo porque no funcionaba”, relató con asombro la mujer.

A pesar del robo y sin novedades de lo que había ocurrido con el vehículo, decidieron emprender el regreso al día siguiente, tal cual estaba previsto en el plan original de su viaje, pero tuvieron que hacer en colectivo. “Nos volvimos prácticamente al otro día. Nos entró desesperación, miedo, no saber qué hacer porque en el vehículo había información personal nuestra y teníamos miedo. Nos volvimos porque tampoco sentíamos que teníamos qué más hacer ahí”, comentó sin esperanzas.

“Nos volvimos en bus, en bastante tiempo de viaje llegamos a Santa Cruz el día sábado a la mañana. Fue un retorno más largo, más caro, sin los papeles de mi sobrino, pero nos ayudaron de migración para poder salir sin problema y volver a nuestro país”, mencionó Sabrina. Y agregó: “Tampoco quisimos quedarnos más tiempo para ver qué pasaba con la vagoneta (camioneta), porque como no obtuvimos ningún tipo de respuesta, no sabíamos dónde más acudir”.

“Es una pena porque más allá de que tenga seguro, es un vehículo que tuvo bastante tiempo la familia, un bien por el que uno trabaja”, se lamentó la mujer y aseguró que lo acontecido le quitó las ganas de volver a visitar el país. “Argentina es hermoso, pero quedamos con miedo. Sé que voy a tener que volver porque mi novio tiene familia allá. Mi familia quería ir a conocer en vehículo, pero ahora tampoco ellos quieren. Mi sobrino tampoco, quedó con bastante miedo”, dijo.

Julián abandonó Rosario hace ya un lustro en busca de un lugar más tranquilo para vivir y empujado por oportunidades laborales. Pero siempre tuvo ganas de volver de visita e incentivó a cada persona que conocía fuera del país para que también visitará su hermoso país y su amada Rosario. Ahora, la historia parece cambiar.

“Tengo sentimientos encontrados, de desilusión y decepción de una ciudad tan linda y un país tan lindo que esté en esta situación que nos echa”, expresó el hombre, y aclaró: “Hace unos años que me fui y no estoy arrepentido, porque es una ciudad hermosa, bella, pero que te obliga a irte buscando un poco de tranquilidad”. Además, expresó su “preocupación por los seres queridos que están ahí y uno no sabe qué les puede pasar”, entre ellos su propia hija.

“Uno está fuera del país y todo el tiempo incita a la gente a que vaya a visitar, que conozca Rosario, que conozca la Argentina y de repente cambiar el chip y empezar a decir que no vayan a Argentina, que no vayan a Rosario, porque les puede pasar lo mismo que a nosotros y es feo”, dijo, y añadió: “Sentimientos encontrados por querer el lugar que uno nació, pero tener que decirle a la gente que no vaya porque seguramente algo malo le va a pasar”.

 

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