Editorial

Vinieron por Vicentin, pero yo no era Vicentin… hoy vienen por mí

Por Nicolás Carugatti

“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, ya que no era comunista”, el famoso poema escrito por el pastor luterano alemán Martin Niemöller (1892-1984). Trata sobre la cobardía de los intelectuales alemanes tras el ascenso de los nazis al poder y la subsiguiente purga de sus objetivos escogidos, grupo tras grupo. Muchas variaciones y adaptaciones en el espíritu del original se han publicado en varios idiomas. Aborda temas como la persecución, la culpa y la responsabilidad.

Decidí empezar esta editorial con tal vez uno de los poemas más emblemáticos de la lucha contra el poder de exterminio Nazi. Puede que suene fuerte la analogía para el tema de lo que va en estas líneas de texto que intentan despertar a la comunidad de negocios, laboral, política y social del Cordón Agroexportador. Pero por otro lado, si nos callamos y pensamos que tenemos la “vaca atada” es muy probable que sea tarde.

El ideario colectivo entiende a la industria aceitera como empresas que dependen de desbastar las riquezas naturales de Argentina para poder acumular cientos de millones de dólares, que luego fugan a paraísos fiscales ubicados en sofisticadas ciudades del mundo. Lamento romper este discurso de un enemigo trasnacional que ataca nuestro indefenso pueblo, para decirle que el enemigo número uno puede que lleve unos mangos a paraísos fiscales también, pero no es una empresa… es nuestra dirigencia política que gobierna sin planes de desarrollo económico hace 100 años nuestro país.

Sólo para ubicarnos cerca en el calendario, desde que Cristina Kirchner con el actual presidente de la UCR el “Radical” y senador Martín Lousteau armaron el Frankenstein de la resolución 125  el país dejó de crecer en las áreas sembradas de soja, esto quiere decir que “los malditos oligarcas” dejaron de sembrar soja porque si están lejos de los puertos o alquilan el campo pierden plata. A esto se suma los atrasos cambiarios, la falta de inversión en rutas y los desagios cometidos con la hidrovía haciendo un combo fatal que puede hundirnos para siempre.

En la región todos pensábamos que teníamos la vaca atada: fábricas aceiteras con capacidad ociosa, los mejores sueldos del país, el boom del biocombustible, barcos de ultramar surcando nuestros ríos, cooperativas millonarias, pymes con cientos de empleados, inversión del puerto de soja más grande del mundo, las rutas un poco rotas y mucha torta asada. Este escenario cambió de la noche a la mañana y nos deja al borde de la extinción si el país no toma medidas urgentes.

Estados Unidos decidió cambiar su matriz energética y empezar a transformar el combustible a base de petróleo por biocombustibles, esto hizo que la potencia económica global construya fábricas de aceite a la velocidad de la luz. La fabricación de aceite tiene como resultantes del proceso un subproducto que se llama harina de soja, este es el principal producto de exportación nacional, por el sobrante de consumo interno en Estados Unidos está invadiendo el mundo de este producto haciendo que su valor baje a niveles históricos.

El país tiene posibilidades de cambiar generando condiciones favorables para volver a ser competitivo, la mayoría duerme en los escritorios de la burocracia política Argentina. Quiero cerrar esta editorial dando todo mi apoyo y solidaridad a la familia que en un Fiat Duna protestaba por la intervención de Vicentin con un cartel que decía Todos somos Vicentin él la veía, nosotros no.