Biocombustibles

EEUU consolida su industria de biocombustible y su soja vale USD 30 más que la Argentina

Foto creada con AI
La creación de plantas para la fabricación de biocombustibles disparó el valor del poroto de soja en ese país, que hoy vale 30 dólares por tonelada más que en nuestro país.

El valor de exportación FOB del poroto de soja estadounidense tiene unos 30 u$s/tonelada de ventaja sobre los precios del poroto sudamericano. ¿Qué tiene de diferente uno del otro si, en términos comerciales, se trata del mismo commodity?

La diferencia reside en una política implementada tanto por el gobierno federal de EE.UU. como por muchos estados de manera regional, que consiste en promover la producción y el consumo de biodiésel, la mayor parte del cual se elabora con aceite de soja, entre otras materias grasas.

Con el crecimiento de la producción de biodiésel en general y del hidrotratado o HVO (Hydrotreated Vegetable Oil) en particular –este último tiene una composición química equivalente a la del gasoil de origen fósil–, se está ampliando de manera frenética la capacidad de procesamiento interno de soja en EE.UU.

Y con el aumento de la capacidad de procesamiento, se incrementó la demanda de soja por parte de las industrias aceiteras de EE.UU. Y así se llegó a configurar en las terminales portuarias del Golfo de México un precio FOB que es superior al presente en Brasil (nación que tiene un política de promoción de biocombustibles en estado de avance medio) y la Argentina (nación que ha hecho grandes esfuerzos para desmantelar una política incipiente de biocombustibles).

Al momento de explicar porqué EE.UU. tiene como política de Estado promocionar la expansión del biodiésel, una de las respuestas inmediatas es que se trata de algo fundamental para poder cumplir con compromisos ambientales en materia de polución del aire y huella de carbono.

Sin embargo, esa es sólo una parte de la “película”, porque la realidad es que incentivar la producción de biodiésel representa un activo estratégico para poder consolidar la independencia energética.

Eso porque la producción mundial de petróleo de mayor calidad, necesario para elaborar gasoil, llegó a su máximo entre 2005 y 2006 y muchos de los nuevos hidrocarburos líquidos que se vienen introduciendo en los últimos años –como el presente en los yacimientos patagónicos de Vaca Muerta– sirven para producir nafta, pero no gasoil.

En la última década muchas naciones comenzaron a vivir en “carne propia” esa realidad cuando, durante una fase estacional de alta demanda, la escasez de gasoil comienza a generar problemas logísticos que luego derivan en inconvenientes económicos o financieros. Las cosas que necesitamos todos los días para vivir se mueven con gasoil por tierra, aire o mar.

En ese marco, el año pasado en EE.UU. el volumen de aceite de soja destinado a la elaboración de biodiésel superó por primera vez en la historia a la cantidad de ese producto empleada en otras industrias. Es decir: el aceite de soja pasó a ser un commodity energético.

Ninguna nación importante del mundo deja librada al azar su política energética (así como tampoco la agroindustrial), porque fallas en el suministro de tales bienes básicos representan un obstáculo para el desarrollo económico o, en última instancia, una amenaza para la seguridad interna.

Fuente: Valor Soja

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