Desde hace 30 años se viene de desarrollando no con mucha suerte el único barrio cerrado de San Lorenzo, ubicado en una zona estratégica de la ciudad que antes de ser el ingreso centro de la ciudad desde la autopista Rosario Santa Fe era “camino al cementerio”.
La idea y el proyecto resultaban tentador, lotes grandes, espacios comunes, arboleda frondosa, un club entre otros amenities que prometían ser una inversión y un hermoso lugar para que sanlorencinos de ingresos medios altos puedan construir sus casas. Esta inversión para los algo más de 40 familias que viven en el desarrollo se convirtió en un calvario y sus inversiones derrumbadas por el desprestigio que el barrio tiene.
En algún momento la inseguridad jaqueó al barrio con robos diarios, alguno de ellos violentos, situación que fue mejorando luego de larga y tensas gestiones de los propietarios con el desarrollador para poder vallar todo el barrio con altas rejas. Esta situación provoco que muchos propietarios pongan en ventas sus casas para terminar con la pesadilla y el miedo.
Las dificultades de convivencia entre los propietarios y el desarrollador continuan, en el verano la falta de inversión en obras de infraestructura eléctrica provocan que todos los artefactos eléctricos de las casas no funcionen “es imposible prender los aires acondicionados”, aseguró uno de los propietarios que se comunicó con SL24.
Las EPE ya le pasó las inversiones necesarias que deben hacerse para que el barrio pueda tener luz y tensión estable. El desarrollador no quiere hacer las inversiones y redobla la apuesta contra los propietarios intentando poner fusibles en las bajadas de luz de las casas y cerrarlo con candados. Hay mucha bronca entre los vecinos, pero se encuentran atrapados por las condiciones que impuso el desarrollador desde la génesis de la construcción.