Como en Venezuela

Por la crisis económica y sin insumos médicos “la gente va a morir en silencio”

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Ricardo Tafani, decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Río Cuarto, analizó la compleja situación de la salud en el país. Su propuesta es desregular el sistema privado para abrir paso a la competencia, con acceso a la información sobre el desempeño de los prestadores.

Ricardo Tafani es el decano de la Facultad de Ciencias Económicas Universidad Nacional de Río Cuarto, pero a la vez es un destacado especialista en economía sanitaria. Una voz que merece ser escuchada en el caos generalizado en el que se encuentra el sistema de salud argentino, con prestadores privados jaqueados por el desgastante proceso inflacionario y la imposibilidad de comprar insumos básicos que le impiden ofrecer un servicio de calidad.

“El problema central son los desajustes macroeconómicos. El sistema de salud no puede funcionar con semejante desequilibrio”, consideró en el inicio de la entrevista con Marcelo Fernández para CNN Radio Rosario. “No hay reservas y el sistema de salud depende de las compras que se hacen en el exterior. Entonces, sin reservas los insumos se vuelven escasos”, añadió.


“En el otro lado del ciclo del dinero está la venta, que se hace a larguísimos plazos porque las obras sociales pagan con hasta seis meses de demora. Así que, si se compara con el sistema actual de abastecimiento de combustibles, parece la misma situación. Las petroleras tienen que comprar caro y vender barato, lo mismo que los prestadores médicos. El resultado es que con esta retórica de que hay que abaratar para que todo el mundo acceda se traduce justamente en lo contrario. Como se dice en economía, ‘el camino al infierno está lleno de buenas intenciones y se produce el efecto inverso al deseado’. Cae el abastecimiento de combustible y cae, por supuesto, el acceso a los servicios de atención médica”, graficó.

A diferencia de lo que podría imaginarse, Tafani no ve un escenario de colapso súbito del sistema sanitario. Pero sí observa una degradación constante que repercute directamente en los pacientes. “El sistema no va a colapsar, sino que la gente se va a morir en silencio –dijo–. Hoy sufre enormemente. Hay que ir de madrugada a los hospitales y ver cómo hace cola para sacar un turno. Entonces, no es que el sistema de salud vaya a colapsar porque de repente todo se va a caer. Está colapsando porque la gente sufre la falta de atención día a día, enfermos que se podrían curar no se curan o que podrían ser salvados de una situación mucho más grave. Es decir, estamos sufriendo un proceso de deterioro y el nivel de atención médica cae”.

“Y esto pasa a pesar del gran esfuerzo que hacen los cuerpos profesionales en Argentina –siguió–. El Estado destruyó todo. Esa es la verdad. Y no he escuchado ni siquiera de los que abogan por el cambio, el partido de los libertarios y Juntos por el Cambio, propuestas complejas que enmarquen esto en un paradigma de pensar y poner al paciente en el centro de la cosa”.

“El deterioro es total: por ejemplo, en el caso de la diabetes, ahora hay unos sensores que los adherís a la piel y manda información a una aplicación del teléfono. Resulta que para pedir un simple sensor tenés que recurrir a amigos que vengan de Europa porque acá no se consigue. Lo mismo con catéteres y un montón de otros insumos que son muy necesarios. Hoy con medicamentos monoclonales se está pudiendo atacar enfermedades que costaban muchas vidas, por ejemplo, la leucemia. Pero una simple inyección está costando 20.000, 30.000, 40.000 pesos. Son medicamentos muy efectivos, pero caros. No podemos echarle la culpa a los prestadores que buscan cobrar copagos. Es la organización del sistema: el Estado no hace ni deja hacer”, expresó.

Tafani también hizo mención a una forma para achicar los plazos de cobro de los profesionales de la salud por parte de las obras sociales: “Hoy, en la época de la digitalización, si las obras sociales no pagan en forma instantánea la prestación es porque los tipos se quieren quedar con la plata y no quieren trabajar. Con el uso de la inteligencia artificial, en los Estados Unidos han mejorado la administración a tal punto que se detecta cuáles son los prestadores que podrían estar induciendo demanda para facturar innecesariamente y no para hacer cosas sobre el paciente que su condición clínica reclame. Con la big data empiezan a identificar a aquellos que están del promedio a la derecha, quiénes son los que se exceden, como ocurrió una vez en Córdoba, que teníamos la colocación de un lente intraocular cada tres personas, claramente estaban asaltando los fondos de financiamiento. Eso ya con la inteligencia artificial está bajo control”.

En el mismo sentido, advirtió que “las señales de estrés están funcionando”, y apuntó: “Estaba viendo los otros días que ahora para hacer residencia para los bioquímicos hay más ofertas que demanda. Ocurre porque después de una formación de grado y de tres o cuatro años de trabajo intenso en la residencia, los ingresos son magros, son una porquería porque se ha bastardeado el ingreso profesional. Entonces, ¿qué se puede esperar? Las señales de estrés funcionan, no va a haber ofertas si no tenés la posibilidad de obtener buenos ingresos. Hay que pensar en un residente, que terminó una carrera larga de 5, 6, 7 y hasta 8 años en algunos casos, y luego debe sumar tres o cuatro años de residencia y especialidad. Se le hace muy difícil, porque esa persona a esa edad ha consolidado una familia y necesita ingresos, y Argentina, tal cual está, no se los da. O sea, el capital humano se está deteriorando”.

Un escenario posible, según su visión, es tener un sistema público integrado en el que convivan seguros, prestadores, universidades y hospitales escuelas. Pero no es posible porque “el Estado es totalmente incompetente, está desvertebrado”. Entonces, propone sacar los controles sobre los jugadores del sistema privado para favorecer la libre competencia.

“La alternativa sería que dejaran funcionar al sistema privado de atención médica con libertad, con un sistema basado en la competencia sobre el valor para el paciente. El mercado no funciona porque se parte de una premisa equivocada: la competencia tiene que ser sobre la efectividad clínica de los prestadores médicos y el Estado debería hacer lo que le compete, que es difundir la información de los resultados de la intervención médica sobre la condición clínica inicial de los pacientes. O sea, debería haber competencia basada sobre qué es lo que pasa en el estado inicial clínico del paciente cuando va a un prestador médico. Es decir, necesitamos saber dónde muere la gente, dónde se infecta, dónde sangra; dónde le dan de alta, en cuántos días, cómo son los resultados de la cirugía, etcétera”, detalló.

“Esto que parece una locura, no lo es”, aclaró Tafani. “Existe en Suecia y en otros países, donde publican las métricas de cómo hacer la medición de resultados sobre la gente: hay más libertad y competencia entre lo público y lo privado. Y los resultados sobre infecciones y efectos adversos son muchísimos más bajos que en los propios Estados Unidos. Así que acá tenemos, por un lado, un sector público absolutamente desintegrado, un Estado inútil que no puede integrar la más mínima red y, por el otro lado, un Estado que no deja funcionar al mercado como debería. El resultado está a la vista: tenemos cada vez menos acceso y no hay ningún control sobre lo que pasa con los pacientes que buscan atención médica”, agregó.

Luego profundizó más en su propuesta para optimizar el sistema de salud argentino: “Primero hay que hacer un seguro para toda persona que hoy no lo tiene. O sea, para los pobres e indigentes que están condenados a ir al hospital público a hacer larguísimas colas. Una vez que convertís al paciente en un pagador, todos los prestadores deben cobrar sobre la base de la competencia entre los propios prestadores públicos y los prestadores públicos con los privados. Luego, la competencia tiene que basarse sobre los resultados del paciente. Tenemos que saber cuáles son los resultados de la intervención médica; conocer el volumen de cada prestador en la patología en la que se especializa, porque si algo sabemos en la economía de la atención médica es que lo que correlaciona fuertemente con calidad, o sea con buenos resultados, menos tasas de mortalidad y de complicación, es el volumen. Pero no sabemos quiénes son los prestadores que en ciertas patologías tienen ese volumen. Además, tenemos que tener información sobre los protocolos: me contaban el otro día en Jujuy que en una terapia neonatal no había protocolos, no se ponían de acuerdo sobre quién recibía al bebé; en el otro extremo del país, otro grupo de posgraduados nos contaba que no había un departamento de admisión en el sector público, no se identificaba el paciente y pasaba derecho a cirugía. Conclusión, una persona que iba por una cuestión de vesículas salía operada de las amígdalas”.

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