El único barrio cerrado de San Lorenzo acaba de protagonizar un hecho histórico: luego de más de tres décadas de irregularidades, maniobras turbias y manejos oscuros, los vecinos lograron finalmente desplazar al clan Garat, la familia que controlaba con puño de hierro la administración del predio.
Con una asamblea convocada y certificada por escribana pública, los propietarios de la segunda etapa pusieron fin al reinado de Federico Garat, hijo de Carlos Garat, el polémico desarrollador que durante años hizo la vida imposible a los vecinos de la primera etapa con un sinfín de demandas y chicanas judiciales para sostener el control absoluto del negocio.
Un barrio sin habilitación y con casas sin escrituras
A pesar de que pasaron 30 años desde el lanzamiento del barrio, nunca se completó la habilitación y ninguna vivienda pudo ser escriturada. Peor aún: todas las casas siguen conectadas a un precario cajón de luz de obra, exponiendo a los vecinos a tarifas irregulares, cortes y una absoluta falta de transparencia en los costos reales.
Un negocio millonario sin control ni balances
Durante todos estos años, el clan Garat cobró expensas y luz sin rendir cuentas, manejando el dinero de todos los vecinos como si fuera una caja personal, sin balances auditados ni acceso a la documentación contable. Se estima que movieron cientos de millones de pesos a lo largo de estos años, mientras el barrio seguía en el limbo legal.

¿Propiedades en nombre de testaferros?
Otra maniobra que los vecinos lograron documentar es que muchos boletos de compra-venta figuran a nombre de la esposa de Carlos Garat y madre de Federico, de apellido Briasco, en lo que denuncian como una jugada para mantener el control informal de las tierras y bloquear cualquier intento de normalización real del barrio.
Asamblea caliente y un Garat transpirado
La asamblea fue todo un espectáculo: en un video que circula entre los vecinos, puede verse a Carlos Garat, visiblemente alterado y transpirado, intentando resistir el avance vecinal con las mismas artimañas de siempre. Esta vez, no le alcanzó. La mayoría votó su desplazamiento y la creación de una nueva administración independiente del clan familiar.
Un barrio que busca dejar atrás la pesadilla
Con el clan Garat finalmente fuera de la administración, los vecinos ahora apuntan a normalizar la situación legal, transparentar las cuentas y, después de 30 años, conseguir finalmente las escrituras de sus casas. El desafío es enorme, pero el primer paso ya está dado: el barrio cerró la puerta a tres décadas de manejos oscuros.